lunes, 27 de junio de 2011

EL MALESTAR EN LA GLOBALIZACIÓN


“El malestar en la globalización” es una interesante obra escrita por Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía en 2001 y personaje muy crítico con el devenir de este proceso llamado globalización, sobre todo con el papel desempeñado por las instituciones internacionales conocidas como FMI, Banco Mundial u Organización Mundial del Comercio.

A lo largo de la historia del Capitalismo, se han ido sucediendo innumerables crisis; de hecho, son un elemento connatural al sistema. Actualmente atravesamos una bastante potente, pero ya les tocó recientemente a otros continentes, como Latinoamérica o el este asiático, sufrir las tempestades. Cuando un país entra en crisis, se endeuda y, si se endeuda, tiene que recurrir al Fondo Monetario Internacional en busca de liquidez. Stiglitz nos explica detalladamente que el origen del FMI habría que buscarlo en la teoría Keynesiana de practicar políticas expansivas para aumentar la demanda agregada. Más gasto público para fomentar la actividad económica. Si un país no tenía dinero para acometer estas políticas, el FMI lo ayudaba, puesto que su objetivo sería claramente la creación de empleo. Pero eso no es así. El FMI obliga a poner en práctica todo lo contrario: reducir el gasto, privatizar, bajar salarios y liberalizar capitales. Atendiendo a los principios ideológicos de la escuela de Chicago, el mercado debe funcionar libre, el Estado ha de retirarse y dejar que la “Mano invisible” provoque el bienestar. Estas teorías, lejos de probarse con éxito, ha resultado ser un fracaso. El autor del libro demuestra cómo los países que adoptaron las terapias de choque del FMI vieron aumentados sus niveles de pobreza y desempleo, mientras que los que no le hicieron mucho caso, salieron antes de las recesiones. Es interesante ver el análisis que se hace en el libro sobre la transición de Rusia de una economía planificada al sistema capitalista. Pasar de un contrario a otro en poco tiempo tiene sus consecuencias.

¿Por qué EEUU ve convincentes las políticas restrictivas del gasto público en épocas de crisis, mientras que cuando este país está en recesión hace lo contrario convirtiéndose en el país más endeudado del planeta? ¿Por qué obliga a que los países eliminen los aranceles, destruyendo de golpe unas empresas locales que no estaban todavía preparadas para competir con las fuertes corporaciones, mientras ellos son un país tremendamente proteccionista con su industria local? Sí, se han dado cuenta, la primera potencia mundial no hace mucho caso de lo que predica el FMI. Todas estas son reflexiones que se plantea y a las que da respuesta este economista que, no olvidemos, fue asesor económico de Bill Clinton y economista jefe del Banco Mundial. O sea, que vio desde dentro lo que pasaba.

Una de las explicaciones que se plantean es así de sencilla: cuando se habla de “privatizar”, lo que quieren decir es que los extranjeros obligan al país en crisis a vender a precio de coste sus empresas públicas, pasando los monopolios del sector público al privado y, más concretamente, a determinadas corporaciones. ¿Bajará esto el precio?, ¿beneficiará al consumidor? “Liberalizar” los capitales no era otra cosa más que tales corporaciones pudieran conseguir crédito con facilidad. Si las cosas van mal, ya vendrá el FMI socializando las pérdidas y rescatando a los acreedores. ¿Les suena la estrategia? Si siempre se rescata al poder financiero, no se tiene sensación de riesgo y se tomarán decisiones temerarias sin ningún tipo de escrúpulo, puesto que lo que tienen que ganar será mayor que lo que tienen que perder. La inestabilidad está servida.

El “Fundamentalismo de mercado”, como lo describe Stiglitz, tiene también otra paradoja importante que resaltar. Se suponía que la democracia y la economía de mercado establecían un “pacto social” en el que se debía potenciar la creación de riqueza y su posterior reparto, en búsqueda de un bienestar generalizado encaminado a la creación de una amplia clase media. Como digo, si existía ese pacto que, de repente, se destruye por parte de los “mercados”, es posible que la población vea la economía de mercado como un problema y se plantee salir de un sistema injusto. No olvidemos que Keynes, más bien conservador según palabras de Stiglitz, planteó una salida al capitalismo. Si no hay reparto de riqueza, no se puede contener el desencanto popular. Por lo tanto, es posible que el “Fundamentalismo de mercado” ponga en peligro la Democracia, en contra de lo que sus teóricos dicen defender.

La utilización de la deuda por parte de los mercados y del FMI, una institución pública, se ha convertido en una especie de nuevo colonialismo que predica ayuno para el hambriento. Hay que pensar detenidamente si todas las medidas drásticas que se les imponen a los países endeudados no van a beneficiar más a los acreedores que ayudar a la creación de empleo, o sea, al país al que se pretende salvar. En fin, mejor leer el libro, merece la pena.

2 comentarios:

  1. Encontré este blog por nuestro interés común en Charles Bukowski. Es muy interesante y quiero seguir leyèndolo. Saludos.

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  2. Gracias por seguir el blog. Tengo uno relacionado con la literatura, el cine... llamado: palabrasdesdeelsotano.blogspot.com

    Te invito a pasarte. Saludos!

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