viernes, 31 de enero de 2014

Islandia: camino del 2% de paro tras dejar a sus bancos caer



Islandia se hizo famosa en 2008 por dejar caer a sus bancos, demasiado endeudados y grandes como para que un país relativamente pequeño pudiera asumir el agujero enorme en el que estaban. La gente salió a la calle, se negó a pagas deudas contraídas opacamente e inició un proceso constituyente con sus luces y sus sombras.
Al día de hoy, Islandia tiene un 4% de paro y entre susobjetivos está el alcanzar un 2%, una cifra que refleja una situación de auténtico pleno empleo. Sí, y nosotros con un 26%, oh yeah.

Cuando estalló la crisis, el PIB de Islandia era de unos 10.000 millones de euros, mientras que los bancos incumplieron pagos por unos 60.000 millones. Haber avalado con las arcas públicas la irresponsabilidad del sector financiero hubiera provocado un empobrecimiento radical, además de obligar a cada islandés a pagar una deuda ilegítima de por vida. ¿Os suena Grecia? Pues con Islandia se quería hacer lo mismo o peor.
Negarse a que la deuda de los bancos se convirtiera en soberana -con los datos actuales en la mano-, fue lo mejor que hizo este país. Hasta el FMI alabó su política económica, sin contar con economistas como Paul Krugman. 

Otro aspecto importante: mientras aquí en España se desahucia, el gobierno islandés obligó a los bancos a cancelar deudas hipotecarias que, sin lugar a dudas, permitieron ayudar y ayudan a muchas familias a salir del bache.

Según podemos leer en la noticia, “en febrero de 2010, 16 meses después de la caída de Kaupthing Bank, Glitnir Bank y Landsbanki Islands, el desempleo alcanzó el 9,3%. La tasa fue de 4,2% en diciembre, según las estadísticas de Islandia. En la zona del euro, el desempleo se situó en un récord de 12,1% en noviembre, según Eurostat.”Aquí, en España, sólo teníamos menos de un 10% de desempleo, y no mucho menor, en época de burbuja inmobiliaria.

Hay otro dato interesante para los escépticos del Estado del Bienestar. Islandia dedica un 43% de su presupuesto a estas partidas y parte de su éxito económico actual -creciendo por encima del 2%, además de las bajas tasas de paro anteriormente citadas- se basa, según fuentes gubernamentales, en el  empeño en mantener unas políticas sociales consideradas indispensables.
En el otro lado de la balanza encontramos algunas cifra negativas, como fueron su inflación en 2009 - del 19%-  o, ya más atenuada, de más del 4% en diciembre del año pasado. Esto se debe a que Islandia ha podido devaluar su corona al  no estar atada como nosotros al Euro. Ya vemos que quizás primar el empleo por encima de la inflación en ocasiones es necesario.

Por si todo lo que se hubiera hecho fuera poco, se está planeando “un plan para destinar un 7% del producto interno bruto al alivio de la deuda hipotecaria y ayudar a quienes sufren riesgo de desahucio. El Gobierno tiene la intención de financiar el plan, que la OCDE ha criticado por ser demasiado contundente, en parte por el aumento de los impuestos a los bancos.”
En fin, que cada uno saque las conclusiones pertinentes.




jueves, 30 de enero de 2014

Internet incrementa la productividad pero no reduce las horas de trabajo




Que Internet aumenta la productividad,pero no reduce las horas de trabajo, es evidente, teniendo la posibilidad que tenemos de estar trabajando con un móvil o una tableta mientras vemos la televisión cenando  a las 22:00 muertos de sueño. La red es un gran logro, pero la línea que separa la vida personal de la laboral, en determinados trabajos, está desapareciendo

Y yo me  pregunto: ¿de qué sirve aumentar la productividad si eso no conlleva ni reducir la horas de trabajo ni la creación de nuevos empleos? Recuerdo que tenemos un paro del 26%.
En esta fase de transición en la que vivimos, en la que las nuevas tecnologías están presentes pero todavía existen las mentalidades analógicas, la organización productiva debería pivotar alrededor de compaginar vida laboral y personal y, sobre todo, enfocarlas también  a proporcionar unos ingresos mínimos para poder hacerlo.

Como comentaba con anterioridad, poder llevarte la oficina a casa o adonde sea vía móvil es un problema, por muchas ventajas que tenga. La presión es constante, puesto que se supone que tienes que estar siempre conectado y contestando a lo que te llegue. Además, los fines de semana también, por mucho que quieras desconectar, son días en los que se puede aprovechar para adelantar trabajo, organizar información o reunirte con tus compañeros. Vivir para trabajar. Por cierto, en estos tiempos trabajar mucho no es sinónimo de ganar dinero (no digo mucho dinero, simplemente ganar algo de dinero).

Como en España el concepto de trabajar bien es echar muchas horas, por encima de los proyectos, objetivos e incluso ciertos detalles específicos vinculados a la calidad, Internet ha entrado como un torrente  facilitando vivir enganchado a tu oficina virtual. Si las tortugas llevan la casa a cuesta, nosotros llevamos el trabajo allá donde nuestra conexión sirva. Y si no sirve, nos ponemos amarillos.

Lo que ocurre es que, como con todo, termina por gustar esto y, al final, dependes tanto de conectarte a Internet con la idea de trabajar que no lo ves como un problema. Si alejamos el zoom de cada caso particular, vemos que socialmente es muy difícil organizar una vida colectiva cuando se trabajan tantas horas. ¿Qué pasa con los hijos? ¿Qué pasa con el ocio? ¿Qué pasa con el consumo? ¿Qué pasa con la vida en general?  Pero, claro, con la crisis que tenemos, quien trabaje no se puede permitir el lujo de no estar todo el día currando; y quien no trabaje, debe estar lo máximo posible buscando empleo y usando todas las herramientas disponibles.  

No creo que la tecnología destruya empleo, pues eso es un dogma que la realidad ha ido destruyendo desde el luddismo. Lo que destruye empleo es una pésima organización productiva, confundir trabajar bien con echar horas, no repartir las jornadas laborales, las políticas de austeridad, la falta de inversión en I+D+i, la bajada de salarios y un largo etcétera. 

Por cada empleo que se destruye por una máquina, surgen nuevas oportunidades con nuevas innovaciones. La cuestión es poner el progreso al servicio del desarrollo social, y no, como vemos, al servicio de unas élitesque luego ni pagan impuestos.  

La tecnología está para ayudar, pero, como instrumento basado en la aplicación racional de conocimiento científico, también puede, como decía Goya, fabricar monstruos.

miércoles, 29 de enero de 2014

Los gigantes de Internet y los impuestos



De nada sirven el I+d+i, los avances tecnológicos y las cuentas multimillonarias de las empresas ligadas a Internet si luego no contribuyen a Hacienda todo lo que deberían. Y digo que de nada sirve porque todo ese dinero repercute más bien poco en la sociedad en general, a pesar de que luego es la clase media la que consume sus productos.

Según una información publicada recientemente, las siete grandes empresas de Internet sólo pagan un millón de euros en impuestos en España. “Apple, Google, Amazon, Facebook, eBay, Microsoft y Yahoo trasladan el grueso de su facturación a otros países en los que la tributación es más baja.” La cuestión es que no se llevan el grueso de dicha facturación o el de los beneficios a la Islas Caimán o a Gibraltar, sino que cuentan con filiales en Irlanda y Luxemburgo, países con una laxa política tributaria. Si dentro de la Unión Europea se permite esto, es muy difícil avanzar hacia una verdadera Unión.

 Pero “complejas estructuras fiscales permiten que los beneficios tampoco tributen apenas en esos países. Google se lleva el grueso de sus beneficios fuera de Estados Unidos a las Islas Bermudas sin pasar casi por caja. Apple, por su parte, halló lo que un senador estadounidense denominó el Santo Grial de la evasión fiscal. Tiene filiales que, de acuerdo con la ley estadounidense, no tributan en Estados Unidos porque su sede social está en Irlanda y, de acuerdo con la ley irlandesa, no tributan en Irlanda porque se gestionan y controlan desde Estados Unidos. No tienen patria fiscal y, por tanto, no pagan impuestos en ninguna parte”.

Como decía Ulrich Beck, los estados tienen raíces y el capital tiene alas. 
Cuando uno funciona en la red, ¿cómo saber dónde realmente tiene su patria? Y digo aún más, ¿tiene patria cualquier transnacional? Mientras el capital se mueve a velocidades lumínicas, todavía en los países se pretende salir de las crisis económicas volviendo a la autarquía. ¿Es verdaderamente una solución?

Tanto Google como Apple declaran perder dinero en España. El primero presentó “pérdidas de 1,4 millones en 2012 (frente a los 75.000 euros de números rojos del año anterior) tras contabilizar 1,66 millones en impuestos, sobre todo por declaraciones complementarias de ejercicios anteriores”.  La empresa cofundada por Steve Jobs opera en España a través de grande filiales: “Apple Marketing Iberia actúa como comisionista por los servicios de marketing y soporte a las ventas de otras empresas de Apple, que facturan principalmente desde Irlanda sus ventas a terceros en el mercado español. La otra es Apple Retail Spain, que gestiona la red de tiendas del grupo en España, las Apple Store”.

Los ejemplos con Amazon, Facebook, Microsoft o Yahoo son similares. Operan con filiales y más filiales que facturan lo mínimo, incluso pierden, supuestamente, dinero. Empresas que ganan  millones no tiene ningún pudor en estar constantemente diciendo que el negocio no va bien en algunos países, donde se mantienen con un capital social mínimo y un muy reducido número de personal.

martes, 28 de enero de 2014

Nuevo artículo en eProform: "Profesionalmente, ¿qué significa estar en el 2.0?"

Hoy, en eProform, he publicado un artículo sobre: "Profesionalmente, ¿qué significa estar en el 2.0?". Os dejo el principio y el enlace para que podáis leerlo si os apetece:


Aunque sé a ciencia cierta que llueve sobre mojado cada vez que hablamos de redes sociales y ámbito laboral, la semana pasada leí un interesante artículo en el blog de Enrique Dans sobre LinkedIn que me ha puesto, de nuevo, a reflexionar sobre este interesante mundo. Voy a sintetizar en el artículo de hoy en qué ámbitos debe desenvolverse un profesional dentro de las redes sociales y el mundo 2.0. La idea es generar debate y conocer vuestra opinión. Vamos allá.


Artículo completo aquí

lunes, 27 de enero de 2014

Lo que voy leyendo: “El cociente agallas”




Aún recuerdo la entretenida película “Gattaca”. La historia está ambientada en un futuro en el que la revolución genética hace que las personas, desde su nacimiento, sean destinadas a una profesión, actividad o éxito probable, tal y como sucedía también en la novela de Huxley “Un mundo feliz”. En la película, el protagonista se rebela y consigue, con esfuerzo y tenacidad, llegar muy lejos sin estar determinado por la genética “perfecta”. Tuvo agallas, como se suele decir.

Os comento esto porque acabo de leer un interesante ensayo, “El cociente agallas”, escrito por el Doctor Mario Alonso Puig y que habla no sólo del genial, fascinante y misterioso órgano que tenemos encima de los hombros llamado cerebro, sino de la voluntad, el esfuerzo y la ilusión por mejorar. En un ambiente lleno de desasosiego y riesgo, el ser humano está acostumbrado a adaptarse, modificar conductas y transformar el entorno exterior e interior. Aunque creamos que por nacimiento heredamos el talento, la inteligencia o la fuerza física, sin entrenamiento, estudio, formación y ganas de progresar nada sirve. Incluso sin disposición genética, mucha gente lucha cada día y consigue lograr metas “a priori” inalcanzables.

El libro consta de tres partes: “Conocerse y comprenderse”, “Superarse” y “Trascenderse para descubrirse”

En “Conocerse y comprenderse” (págs. 17 -89), el doctor analiza lo que a mí me ha parecido lo más interesante del libro por su carácter científico y altamente pedagógico. ¿Somos optimistas o pesimistas por naturaleza?, se pregunta el autor. ¿Está en los genes de cada uno la visión que tengamos del mundo? Puede influir, pero no determinar. La importancia de las emociones, como bien afirma el neurocientífico Antonio Damasio, es crucial. Las decisiones son una mezcla de razón, emoción e intuición. Aunque nazcamos con un perfil emocional determinado, ¿quién dice que no se pueden modificar nuestra forma de sentir? Y también cabe decir que no educarnos teniendo en cuenta el lado emocional supone olvidarnos de algo tremendamente importante en nuestras vidas.

La descripción del cerebro que hace el doctor Puig me parece muy esclarecedora y, sobre todo, rompe una serie de mitos. Según el doctor, nuestro cerebro es como si fuera de plastilina. Sí, no es algo rígido que impide el aprendizaje una vez creemos saberlo todo. Aunque tradicionalmente se dice que no podemos crear nuevas neuronas, los estudios demuestran que en determinadas partes de nuestro cerebro sí se pueden ver nacer estas importantes células. Procedentes de otras que en su origen habían sido “células madre”, tenemos “células indiferenciadas, capaces de transformarse en nuevas neuronas” (pág. 25).

Estas células madre se encuentran alrededor de las cavidades cerebrales, los ventrículos, y son “capaces de emigrar donde comienza su transformación en neuronas”. Y aquí viene lo más curioso: “cuando mantienes la ilusión, cuando te atreves a superar tu miedo, cuando das un paso hacia adelante en medio de la ambigüedad y de la incertidumbre, cuando sales de la zona de confort y aprendes cosas nuevas, estás favoreciendo que esas células madre se trasformen en neuronas” (también pág. 25).
 
Cuando vamos al gimnasio y  hacemos deporte (da igual si lo practicamos al aire libre), el cuerpo se acostumbra y nuestros músculos y sistema cardiovascular se van desarrollando para adaptarnos mejor al esfuerzo; por lo tanto, al igual que los músculos del cuerpo, nuestro cerebro responde ante los retos potenciando sus capacidades. Por cierto, también se ha demostrado que el ejercicio físico puede estimular la creación de neuronas. En un experimento realizado con ratones por el Instituto Salk, se demostró que dicha actividad física  podía multiplicar por tres el número de neuronas en el hipocampo.
La nueva creación de neuronas, o neurogénesis, es un proceso lento que exige esfuerzo por parte de la persona. La persistencia y la paciencia favorecen la neurogénesis, pero, como bien dice el doctor, esto también incrementa el grosor del hipocampo y, por lo tanto, amplifica la sensación de que somos más valientes y capaces (pág. 27). El hipocampo es fundamental a la hora de aprender. Repito un axioma que hay que tener claro: sin esfuerzo, no hay logros. Los milagros y los atajos o bien no existen, o bien no nos llevan a ningún sitio.

Si hablamos de las emociones, vemos como éstas se producen en la región prefontal. La prefontal izquierda es generadora de emociones positivas y la prefontal derecha, de emociones negativas. Según el doctor, cultivar el optimismo es potenciar la región prefontal izquierda. Buscar emociones positivas, compañías que sumen, no que resten, o ver el lado positivo de las cosas, influyen en nuestra salud tanto física como emocional. Una vez más, cuerpo y mente van de la mano.

¿Y qué pasa con el miedo y la aversión al riesgo? Pues que nos obligan a hablar de otra parte de nuestro cuerpo  llamada amígdala. No la que nos quitaban cuando éramos pequeños y las anginas nos atosigaban, sino el  conjunto de núcleos de neuronas localizadas en la profundidad de los lóbulos temporales. Cuanta más actividad tiene la amígdala, más aversión al riesgo, o sea, más miedo (pág. 51).
El miedo es lo que nos roba la felicidad. Por eso es importante avanzar y combatir los temores, pero para eso es crucial saber hacia dónde vamos (pág. 63). Los objetivos y las metas o la idea de misión en la vida -que no es otra cosa que encontrarle sentido a esto que nos rodea y que nos acompaña hasta la muerte-, generan ilusión y ganas de combatir la incertidumbre. Cuanto más creamos que somos dueños de nuestro destino y de nuestras vidas, mejor estaremos emocionalmente. 

No quiero extenderme más, porque lo importante es leer el libro y que cada cual extraiga sus propias conclusiones, pero me queda alguna idea más por poner encima de la mesa. 

 Evitar las emociones tóxicas tales como “miedo, angustia, frustración, etc. (pág. 66)” es un paso más hacia la estabilidad emocional. Nuestro sistema nervioso vegetativo -formado por neuronas, núcleos encefálicos y nervios- tiene dos partes: el sistema nervioso simpático y el parasimpático (págs. 66-67). El primero nos prepara para la lucha y el desafío; el segundo para la recuperación. El primero genera el estrés necesario para huir de los peligros, pero este estrés, si se alarga, es tremendamente nocivo para nuestra salud psíquica y física: aumenta la tensión arterial, destruye el sistema inmunológico, incrementa  la glucosa en sangre y un largo etcétera.
Tras esta introducción a cómo funciona nuestro cerebro, la segunda y la tercera parte del libro recopilan una serie de consejos, anécdotas y planteamientos para poder mejorar nuestro estado de ánimo. Explorar nuestro cerebro creativo (pág. 103) y no dejar de aprender parecen dos fuertes pilares que nos ayudarán a entrenar a nuestro cerebro construyendo así un edificio emocional más fuerte. “Si quieres superarte, lee, fórmate, interésate por temas diversos, aprende cosas nuevas y dedica tiempo a reflexionar” (pág. 108).

La tercera parte es quizás más espiritual, más trascendental, como bien dice su título. Aquí entrarían las creencias de cada cual, puesto que buscar el sosiego en la vida terrenal ha sido una constante de las religiones. Pero creo que la parte espiritual está más relacionada con la reducción de incertidumbre y la generación de objetivos o, por lo menos, de un sentimiento de pertenencia a algo superior y de misión que a otro sentido más etéreo. Como vemos, cuerpo y mente, emociones y materia, se suman de nuevo.
A modo de  conclusión, la idea fundamental que he sacado tras la lectura de este ensayo es que si quieres y te esfuerzas, el cerebro responde de la mejor manera que puede. No es tanto que te compares con grandes genios, sino que intentes desarrollar todo tu potencial. La peores palabras que se pueden escuchar son “es que he nacido así” o “yo ya no puedo cambiar”. Más que en el éxito, hay que pensar en nuestra salud.  

Ficha técnica:
 Título: “El cociente agallas.  Sé valiente, cambia tu vida”
Autor: Dr. Mario Alonso Puig
Editorial: Espasa.
Nº de páginas: 224 págs.

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