sábado, 30 de septiembre de 2017

¿Qué pasará tras el 1 de octubre?


La situación que estamos viviendo en Cataluña es grave, muy grave. El parlamento catalán, con un apoyo muy ajustado, declara un Referéndum –ilegal, según la Constitución española-, que pretende preguntar a la sociedad catalana si quiere ser un país independiente. La cuestión es peliaguda, puesto que nuestra Constitución plantea que la unidad española es inviolable. Con la ley en la mano y atendiendo a la razón de estado, que una parte de un país se rebele desde sus instituciones es causa de conflicto serio. El estado español no puede permitir esto, gobierne quien gobierne. Romper un país es un proceso traumático y si el referéndum no es pactado, una declaración unilateral de independencia puede llevarnos a un desastre.

 No olvidemos la crisis profunda que tenemos en España, resultado de la recesión económica y los innumerables casos de corrupción política. El descontento de la gente ha sido canalizado de muchas formas y todo apunta a que, en Cataluña, el independentismo está consiguiendo dirigir ese malestar hacia “el estado español”. Yo soy español y no me considero culpable -como muchos compatriotas- ni de la Gurtel, ni del 3%, ni del robo de Pujol, ni de los tesoreros del PP, ni de la precariedad ni del paro.

El escenario es el que es y a estos problemas, sufridos por la mayoría de la sociedad, muchos intentan darles su solución particular. Para algunos es echar a Rajoy; para otros, buscar la anarquía o crear un país independiente.

Por otro lado, la policía cerrando imprentas y confiscando papeletas  nos plantea una situación un tanto extraña. El referéndum es ilegal, pero, en la batalla de la imagen, creo que los independentistas le están ganando al inmovilista de Rajoy. El presidente del gobierno ha pretendido dejar que se pudra el asunto del referéndum y se ha encontrado con el mayor problema institucional de la historia de esta democracia que nació en 1978. Aunque apele solo a los jueces, la Guardia Civil no podrá terminar con un problema político y una rebelión de este calado: ¿van a detener a cientos de miles de personas, entre los que hay profesores, bomberos, agricultores, estudiantes, etc., por portar un trozo de papel? Lo veo complicado.

La situación está movilizando a gente que no es independentista, pero a la que no le está gustando cómo se está intentando resolver el asunto. Como si fuera una peonza, el problema gira y gira y yo pregunto: si se hace algo ilegal, ¿cabe una respuesta que no incluya la policial?  No, pero la política tiene que jugar su papel. Escucho que con los separatistas  no se puede dialogar. Pero claro, quizás si no dialogas con nadie, haces que haya cada vez más independentistas.
 Me pregunto si es que a Rajoy no le interesa resolver este problema. Le puede venir bien electoralmente en el resto de España.

Podemos admitir que la Constitución de 1978 se haya quedado obsoleta, aunque todavía hay derechos no consolidados como el de la vivienda y el trabajo. Quizá deberíamos intentar que se cumpla más en vez de pedir que se cambie solo para que se ajuste a reivindicaciones patrióticas de cada lugar. Pero todas las ideas democráticas son respetables.

 Aprobar constituciones con tantos artículos y  difíciles de cambiar es lo que tiene. En EEUU no tienen este problema, puesto que su Constitución es un conjunto reducido de artículos y muchas enmiendas. Pero que nuestra Constitución esté tan blindada responde al hecho de que, en la historia de España, todo el que llegaba o bien aprobaba una constitución o una carta otorgada a su medida. Y esto también es peligroso.

Cuando se firmó la Constitución actual se salía de una dictadura de 40 años y se hizo lo que buenamente se pudo. Por eso ahora sería menester cambiarla; no obstante, hay que reconocer que este régimen institucional también ha conseguido grandes logros, entre los que cabe un grado de descentralización altísimo –el estado franquista era puramente centralista- y el desarrollo de un sistema de libertades también importante, si atendemos a cómo estábamos hace no muchas décadas.  La democracia debe seguir evolucionando, tenemos muchos problemas que resolver y un estado del bienestar que mejorar.

 Si se quisiera cambiar la carta magna para reconocer el derecho de Cataluña –o de otras comunidades autónomas- a separarse, sería necesario entrar en un complicado proceso. A saber:

Artículo 168.
1. Cuando se propusiere la revisión total de la Constitución o una parcial que afecte al Título Preliminar, al Capítulo Segundo, Sec­ción 1.ª del Título I, o al Título II, se procederá a la aprobación del principio por mayoría de dos tercios de cada Cámara, y a la disolu­ción inmediata de las Cortes.
2. Las Cámaras elegidas deberán ratificar la decisión y proceder al estudio del nuevo texto constitucional, que deberá ser aprobado por mayoría de dos tercios de ambas Cámaras.
3. Aprobada la reforma por las Cortes Generales, será sometida a referéndum para su ratificación.
Para entendernos, el artículo que habla de la unidad de España se encuentra en el título preliminar. Es muy, pero que muy difícil, que se pueda aprobar una reforma en la que el tema de la autodeterminación sea aceptada por todos los españoles. Entonces, ¿qué camino nos queda?




domingo, 24 de septiembre de 2017

Leyes, sentimientos y patrias


Tuve un profesor universitario que impartía, de forma magistral, una interesante asignatura de la carrera: Pensamiento político español. Un día, nos dijo algo que se me quedó grabado: “las naciones las crean los estados”.

Es muy difícil racionalizar en qué punto se puede crear una entidad política en base a conceptos solo identitarios. ¿Qué es una nación? Pues lo que un grupo de personas diga que es una nación, ayudadas, eso sí,  por unas instituciones que realicen liturgias propias para la cohesión patriótica, que controlen un sistema de enseñanza donde se hable de un pasado común y en la que todo el mundo se comunique con una misma lengua, con su ejército, su día nacional, sus himnos y su largo etcétera. Si estás viendo “Gran hermano” o tomándote algo con tus colegas, seguramente no estás pensando en que te sientes muy español o de donde sea. Pero cuando vas al extranjero y en las noticias hablan de tu país o se hace un desfile y dicen que te tienes que sentir orgulloso, entonces es posible que sí te sientas un patriota. Otra cosa será cuando tengas que pagar impuestos, pero eso sería otro debate. 

La razón de estado, por lo tanto, tiene dos vertientes: interior y exterior. La parte interior se sustenta en el intento de imponer un criterio unificado dentro de las fronteras de un estado, que es donde se ejerce la soberanía. Por el contrario, exteriormente hablamos de un intento de incrementar la influencia más allá de las fronteras. Esto último puede centrarse en misiones diplomáticas o, como tantas veces en la historia, invadir al vecino para apropiarse de sus recursos en nombre del interés nacional o la supremacía cultural-racial-nacional (como fue el colonialismo). 

Pero claro, el concepto de estado-nación, relativamente moderno si analizamos la historia de la humanidad, puede verse muy afectado por el proceso de globalización. Un español de ahora, con vaqueros, iPad, coche alemán, videoconsola japonesa y estudiante de inglés no es el mismo ciudadano que existía en  la época en la que mis abuelos eran mozos, una  etapa rural en la que no había ni televisión. Parece que cuanto más cerca estamos unos ciudadanos de otros en esta aldea global, más surgen la fricción, los odios y las rencillas. Todavía no hemos llegado al nivel de la segunda Guerra mundial y es cierto que en Europa estamos viviendo un amplio periodo de paz desde ese conflicto, pero nunca se sabe si los fantasmas del pasado volverán a incomodarnos en el presente.

España es un país complejo, rico, diverso y con una cultura fascinante. Por aquí han pasado fenicios, cartagineses, romanos, griegos, árabes… dejando un patrimonio histórico y cultural fantástico, plagado evidentemente también de guerras de conquistas y sangre. Además,  dentro de nuestras fronteras se hablan distintas lenguas, la mayoría derivadas del latín excepto el euskera, prerrománica, lo cual es una riqueza a considerar. Esta riqueza nos puede permitir construir juntos un país cimentado en unas instituciones fuertes que nos dejen en buen lugar dentro de la Unión Europea. Un país de las dimensiones de España, con su población, puede tener una gran fuerza para  edificar un estado del bienestar importante y ejercer influencia considerable. No olvidemos que nuestra lengua oficial, el castellano, se habla en muchos países y, en vez de intentar reescribir la historia y putear a Cristóbal Colón, debemos estar pendientes en crear buenos lazos con millones de personas que, sin ser españoles, hablan nuestro idioma. No se trata de llorar de orgullo cuando hablamos de los Reyes Católicos, por favor, ni tampoco querer extirpar una parte de nuestra historia porque, dentro de los parámetros contemporáneos, es políticamente incorrecta. Se trata de, conociendo la historia, ser críticos, sí, pero conscientes de lo que podemos hacer en el futuro.

Sin embargo, algo pasa con nuestros sentimientos. Llevamos muchas décadas peleándonos los unos con los otros. Caín era español. Guerras civiles, dictaduras, banderas por un lado y banderas por otro. Si consideramos que un catalán no es español, o algunos de los catalanes dicen que ellos no son españoles, entonces habrá que explicar primero qué es ser español o catalán. Aquí puede haber un debate en el que los árboles no dejen ver el bosque. Legalmente, somos todos españoles, pero sentimentalmente uno puede sentir lo que le dé la gana, independientemente de su país de origen. Este aspecto, muy propio de la libertad individual, es muy lesivo para aquellas aspiraciones uniformadoras que movimientos nacionalistas de todo tipo intentan implementar. Si piensas así eres un antipatriota traidor. La razón de estado necesita uniformidad, ¿os acordáis? ¿Cabe debate político aquí? Pues debería haberlo, en tanto en cuanto no caigamos en una pelea de cabras montesas a ver quién se da la hostia más fuerte. 

Desde mi punto de vista, la cuestión catalana plantea muchos problemas, y graves. Primero, que cualquier región de España pueda saltarse leyes estatales, nada más y nada menos que la Constitución, sienta muy mal precedente y el estado puede verse en peligro. Ningún estado permitirá partirse sin antes pelear. Por mucho que en Escocia o Quebec se vote, esto no quiere decir que todos tengan que hacer lo mismo. No obstante, como os decía, si millones de personas residentes en un país deciden que quieren ser otro, solo la represión no sirve, habrá que darle una canalización de alguna forma. Si queremos uniformar, encontraremos problemas; gestionar la diversidad, reformando la Constitución y abriendo un debate profundo sobre qué tipo de Estado queremos es básico. Pero soy pesimista. En nombre de la libertad y de la nación se han cometido grandes crímenes en la historia. Ojalá nos entendamos más.

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domingo, 17 de septiembre de 2017

Estudiar y salidas laborales: algunos datos



Se ha  publicado elVIII informe Infoempleo Adecco sobre titulaciones universitarias con más salidas laborales. Se incluyen una serie de conclusiones interesantes. A saber:
  • ·         El 55% de las ofertas de empleo cualificado en España requiere titulación universitaria, sobre todo Administración y Dirección de Empresas (ADE) e Informática.
  • ·         Los universitarios sufren una tasa de paro del 11,36% frente al 16,83% de los que solo han terminado los estudios obligatorios de secundaria (5,5 puntos porcentuales de diferencia) y al 24,77% de los que cuentan con primaria (10,4 puntos).
  • ·         De todas las ofertas de empleo dirigidas a titulados, el 10,25% procede del sector de la Enseñanza y la formación, por lo que es este sector el que mayor proporción de titulados demanda. Al segundo puesto suben las ofertas para titulados universitarios que tienen que ver con el sector de Internet (8,08%) y que dobla su presencia con respecto al año anterior cuando representaban apenas el 4%
  • ·         Por comunidades, la mayor parte de las ofertas de empleo que exigen este tipo de formación se dan en la Comunidad de Madrid, donde además su aportación al total nacional ha aumentado en el último año, desde el 23,84% de 2015 al 26,94% de 2016. En segundo y tercer lugar aparecen Cataluña País Vasco, que aportan un 19,12% y un 10,34% al total de la oferta de empleo en España, y mantienen sus posiciones con respecto al año anterior, Cataluña ganando 1,5 puntos porcentuales y la comunidad vasca cediendo 2.


      Este informe viene a seguir confirmando lo que se dice desde hace décadas, que la formación amplia tus oportunidades a la hora de buscar trabajo.  Si solo se conforma el personal con tener la ESO, las dificultades se incrementan. Es así y no tiene vuelta de hoja, a pesar de los mitos. Un ingeniero puede trabajar de lo suyo y de camarero o dependiente de una tienda. Pero un dependiente de una tienda o un camarero que no tenga nada más que la ESO va a tener más difícil trabajar de ingeniero o de otro trabajo que se requiera más cualificación. Estudiar amplia tus oportunidades, y la vida es eso, generar nuevas posibilidades de mejorar en tu vida personal y profesional. Todos los trabajos son dignos, pero se trata de crear nuevas opciones.


El abandono escolar en España es altísimo. Según datos del ministerio, “El abandono escolar temprano terminó el año 2016 en España marcando otro récord histórico al situarse en el 18,98%”. La media europea ronda el 10%. A pesar de este dato negativo, es cierto que la tasa de abandono escolar se ha visto sustancialmente reducida: “Si comparamos esta cifra con el año 2008 (31,7%), a partir del que se inician los descensos, se ha producido una bajada de 12,7 puntos (lo que supone un descenso del 40%).” Seguramente la crisis puso las pilas a más de uno que continuó sus estudios.
Si comparamos hombres y mujeres, el sector masculino es más dado a dejar los estudios: “El abandono escolar temprano en las mujeres es del 15,1% y en los hombres es del 22,7% (7,7 puntos de diferencia).”





Más información sobre el tema:

sábado, 9 de septiembre de 2017

Redes sociales y despidos.


Desear que violen a una mujer es deleznable, y dudo que ninguna empresa seria quiera tener personas que se rijan por este pensamiento. Lo digo por el caso de Inés Arrimadas y la persona que, sin tener ni idea de lo que se le vendría encima ni conocer cómo se configura Facebook, soltó lo que soltó. El problema es desearlo y gritarlo a los cuatro vientos.  Se trata de un problema cultural - o de cualquier otro tipo- grave desear que gente que piensa de forma distinta a ti tenga que pasar por calvarios semejantes. Dicho esto, vayamos a lo del Facebook.

Hay que tener pocos dedos de frente, al día de hoy, para creer que lo que uno pone en sus redes sociales, de forma abierta y descontrolada, insultando y/o maldiciendo, no tiene consecuencias. La mujer que insulta a Arrimadas no solo ha sido despedida, sino que tiene muy, pero muy difícil, encontrar otro trabajo. Por lo menos, a medio plazo. Y quizá sea una gran profesional, no lo sé, pero si uno tiene ese odio dentro, ¿Puede ser buen profesional? Dejo la pregunta ahí.

Han existido muchos despidos como consecuencia de la verborrea de algunos empleados en las redes sociales. El calentón es lo que tiene. Si en un bar uno se calienta y ve cómo la gente lanza improperios a ver quién es el más macho, en Internet pasa igual. Sin embargo, la red es un medio de comunicación masivo, eso que tan lucidamente definió el sociólogo Manuel Castells como “autocomunicación de masas”. Es autocomunicación, porque estoy en mi casa tranquilito con la mantita o el aire escribiendo lo primero que se me ocurre. Pero es masivo, porque lo lanzo a un universo con millones de usuarios.  Luego vienen los despidos o las consecuencias malignas que sean  y se empieza con los lloriqueos y los arrepentimientos.

Para bien o para mal, nuestra vida privada, una vez la lanzamos sin control a Internet, afecta a nuestra vida profesional. Es así, y más vale que lo tengas en cuenta y que no te guíes por cantos de sirena que apelan a la libertad de expresión. Puedes decir lo que quieras, pero también es necesario que apechugues con tus palabras. Libertad conlleva responsabilidad. Y no hablo de que vuelva la censura. Simplemente, ten en cuenta que todo el mundo puede leer lo que escribes. No obstante, para mí, desear que violen en masa a una mujer, aunque no lo lea nadie, ya es vomitivo. Es necesario no desear estas cosas, no solo no decirlas en las redes.


sábado, 2 de septiembre de 2017

Facebook, noticias falsas y anonimato



Leo lo siguiente en la prensa: “Facebook está pasando a la acción contra las noticias falsas, y va a dar en un punto sensible de las páginas que se alojan en la plataforma: su publicidad. Si los controles de la compañía detectan la publicación de información potencialmente engañosa, la página perderá la posibilidad de anunciarse.”

Me parece importante esta medida, como cualquiera que se implemente en todas y cada una de las redes sociales para detener bulos e informaciones engañosas. El hecho de que no existan filtros en Internet no nos puede llevar a un mundo de información descontrolada donde cualquier noticia coja viralidad, a pesar de ser falsa, solo porque dice lo que algunos quieren escuchar. El caso de la victoria de Trump está muy relacionado con esto; muchos se creían cualquier cosa con tal de afirmar sus ideales.

Además, también hay mucho fanático de la conspiración que, como si estuviera en el programa de Iker Jiménez, cuestiona cualquier noticia y cualquier versión, a veces creando dudas razonables, a veces lanzando razonamientos peregrinos propios de un lunático. Se puede dudar de todo, desde el atentado del 11S hasta que Obama se carteaba con Lucifer en su tiempo libre.

No obstante, existe una reflexión más profunda de lo que suponen Internet y la circulación de informaciones y comentarios. No todo son noticias falsas, también hay grandes verdades que circulan a la velocidad de la luz y que pueden no gustar al poder. Analizaba recientemente Enrique Dans el hecho de que China prohibirá el anonimato en la red.  Si vas a escribir algo en un foro, es mejor saber quién eres. La excusa siempre es la misma: para proteger la seguridad nacional. Pero es que en Occidente este tipo de medidas se acabarán implementando también; si no, al tiempo. Ya sea por la amenaza terrorista o por proteger a menores, o por cualquier asunto espinoso más, el poder siempre ha intentado e intentará controlar la red.  ¿Se conseguirá? ¿Está justificado que la medida de China se desarrolle en Europa, por ejemplo, pero esta vez para proteger nuestra Democracia?


Es cierto que el control de las redes sociales e Internet, en un mundo globalizado, es una tarea titánica. Para detectar asuntos delictivos, se necesita una supervisión a todos los niveles de una actividad que incumbe a millones de personas. Pero, ¿dónde está el límite? 

Diez obras de teatro que no me canso de recomendar

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