Termino
hoy mi descanso veraniego y empiezo de
nuevo a actualizar este humilde blog con una reflexión colectiva: España es un
país -por lo menos, es mi percepción y la de mucha gente- que no suele valorar el concepto de profesión. Cuando me refiero a
profesión quiero decir aquella actividad desempeñada por un profesional de
forma eficaz, que interesa a un tercero y que se basa en la especialización, la
formación permanente y el esfuerzo.
Cuando alguien entra en una empresa dice que
“me estoy enseñando”, no que está aprendiendo y, lo que es más grave, con un
contrato de semanas da poco tiempo para aprender destrezas que te sirvan para
ser cada vez más capaz en tu trabajo. Si a esto le sumamos los típicos “Esto es
para nada” o “lo otro no hace falta” o “¿sirve de algo?” que muchos empresarios
y profesionales emiten constantemente ante nuevos retos innovadores -o no
tanto-, estamos apañados. Pongo varios ejemplos.
Idiomas
¿Es
lógico que, al día de hoy, en empresas destinadas al turismo, algunos de sus
empleados - que encima tienen que trabajar de cara al público- no sepan inglés?
Pues no. Pero si lo dices, es posible que te contesten que “no hace falta” o que
si vas a Inglaterra, ellos no te hablan en español. En esta situación, cuando nos
machacan desde los poderes públicos y empresariales diciendo que sin inglés no
se va a ningún lado, es evidente que están mintiendo, porque, para empezar, ya
nuestro presidente del gobierno desconoce la lengua de Shakespeare. Entonces uno
pasa horas y horas estudiando idiomas para darse cuenta de que en España vale
más tener contactos que tener conocimientos. ¿O no? Sé que estoy generalizando,
pero mi idea es conocer vuestra opinión.
Redes sociales e
Internet
Hablo como usuario de Internet, como muchos de
vosotros. Vuelvo con las preguntas: ¿veis
normal que una empresa dedicada al turismo no tenga página web? Pues las hay.
Me da igual el sector, porque, en fin, hoy en día tener un blog corporativo con
un dominio comprado cuesta casi nada y es un servicio de información
incalculable para los clientes. De hecho, si busco información para un viaje y
resulta que un camping o determinada empresa no tiene web, no contrato nada con
ellos. Serán manías mías, pero si no inviertes en informar bien a los clientes,
no puedes esperar que estos te hagan mucho caso, a no ser que tu reputación sea
tan enorme que no necesites ofrecer información en la red. Si no gestionas tu
reputación online, es que te da igual todo. No conozco a nadie que no
investigue en Internet cada vez que va a viajar. Y la cosa no se queda en la web:
las redes sociales ya son fundamentales.
Con estas últimas pasa más o menos lo mismo.
Como usuario, repito, y como blogger y persona que ha recibido cierta formación
en estas materias, veo constantemente que se hacen las cosas de mal en peor: publicar
sin una planificación, escribir todo en mayúsculas, sólo publicitar servicios -provocando
un spam insoportable- en vez de
buscar la conversación, abandonar las redes días y días, no aprovechar la
creación de promociones y ofertas, no buscar crear comunidad, etc. Pero, claro,
si te ofreces como profesional, es posible que alguien te diga: “para eso no
hace falta pagar; total, el Facebook
lo domina cualquiera”. En fin, la culpa también la tienen muchos que cobran
cantidades irrisorias por llevar las redes. Cantidades que te obligarían a ser
el Community Manager de quinientas empresas para poder configurar el salario
mínimo, pero que saca del mercado a gente muy preparada que hace trabajos muy
destacables. Si cobro diez euros por llevarle las redes a una empresa al mes, ¿verdaderamente
ofreceré un servicio de calidad?
La cantidad de gente preparada que se va de España
es sinónimo de que no lo estamos haciendo bien. Cuesta retener el talento
porque el talento no se valora, se paga
mal - cuando se paga- y encima
cualquiera puede venir y dar lecciones
sin tener ni puñetera idea.
Esforzarse en España, en ocasiones, da la
sensación de estar empujando la piedra de Sísifo.
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