En un interesante artículo de prensa leo el siguiente
párrafo:
“La EPA del segundo
trimestre publicada ayer (27 de julio de 2017) ha dejado muy buenos titulares.
La creación de empleo es fuerte (incluso mayor de lo esperado), y el paro ha
bajado de manera contundente. Ya estamos por debajo de los 4 millones de
parados y la tasa de paro es “solo” del 17,2%, en niveles de 2009. Estas
cifras, que en otros países europeos causarían preocupación y asombro a
nosotros nos parecen una buena noticia”.
Es cierto que estamos mejor que hace no muchos unos años, pero
los datos sobre el mercado de trabajo en España siempre ocultan una constante
preocupante: la temporalidad y un desempleo tanto juvenil como de mayores de 45
años escandaloso. A los problemas
anteriores hay que sumarles el desempleo de larga duración, que castiga
demasiado a los mayores de 45 (tal y como se comentó en este foro) y que está
excluyendo del mercado de trabajo a miles de personas que tienen muy, pero que
muy difícil, volver a incorporarse al ámbito laboral.
Si la tecnología irá sustituyendo a personas que desempeñaban
tareas mecánicas y fácilmente automatizables, solo queda la formación como medio
para la inserción sociolaboral. Pero, ¿y si no es suficiente? Es una pregunta
que los analistas debemos poner encima de la mesa, no vaya a ser que el exceso
de optimismo no nos deje ver el bosque. Según podemos seguir leyendo en el
artículo que os comentaba, “la ocupación crece para quienes tienen estudios
universitarios, con incrementos que varían entre el 2 y 4% con respecto al año
anterior. La otra cara de la moneda son caídas más grandes en la ocupación
registradas para quienes sólo tienen estudios secundarios o menos”. No podemos
permitir que haya gente que no tenga ningún tipo de formación, sobre todo en un
mercado laboral tan cambiante y con un nivel de exigencia formativa creciente,
es cierto; pero también es necesaria una reflexión sincera sobre le porvenir
del trabajo: ¿habrá para todo el mundo o la revolución tecnológica destruirá
empleo más rápido de lo que lo crea?
No obstante, hay otra reflexión necesaria. Con cifras de
desempleo superiores al 15 y al 20% en determinadas regiones de España, ¿cómo es
que no hay un estallido social? ¿Qué porcentaje de economía sumergida mantiene
un nivel de supervivencia mínima a muchas familias? ¿Hay datos exactos sobre
esto? No se trata de estigmatizar a nadie, sino simplemente de explicar una realidad
para poder dar respuesta a los problemas sociales que se nos están planteando.
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