Entre
1997 y 2001, al calor del gran invento
llamado Internet, surgieron innumerables empresas que pretendían explotar un
nuevo nicho de negocio con grandes posibilidades. Se las conocía como las puntocom y vivieron un espectacular ascenso en la bolsa, lo que provocó a su
vez que les llovieran millones de dólares de todos los sitios y de
muchos fondos de capital que veían en
este sector la gallina de los huevos de oro. Este movimiento especulativo creó
una burbuja que, ineluctablemente, terminó por explotar. Así, muchas de las
compañías que formaban parte del ideal del éxito empresarial rápido, joven y
ligado a la innovación, terminaron por
desaparecer entre las cenizas de una fuerte crisis. Desde entonces, todo auge
de una empresa que tenga que ver con Internet es tomado con cautela.
Una película
muy interesante que explica en primera persona la subida y la caída de este tipo de empresas tecnológicas es Startup.com. El documental, rodado con excelente elegancia,
sigue los pasos de Kaleil Isaza Tuzman y Tom Herman, dos jóvenes
de EEUU -antiguos compañeros de instituto y ejecutivos en otras empresas- que deciden juntar esfuerzos para crear una
empresa en Internet: Govworks.com.
La
empresa se inició con un capital de 200.000 dólares a finales del siglo XX y
consiguió, tras varias rondas de búsqueda de inversión, reunir unos 60 millones
de dólares y tener más de 200 empleados. Govworks.com basaba su negocio en el desarrollo de una
página web para administraciones públicas. A través de ella, la gente podía pagar sus multas de
tráfico de forma rápida y cómoda, lo que supuestamente llevaría a simplificar mucho la burocracia gubernamental. Consiguieron
diversos contratos con ayuntamientos - incluido el de Nueva York-, pero estos no consiguieron frenar su
decadencia.
Govworks.com
quebró y terminó dividida y vendiendo su tecnología a otra compañía. El
documental nos muestra muy bien cómo se creó la empresa, la búsqueda de financiación, la tensión entre los socios y su final apocalíptico.
De hecho, la junta de accionistas decidió, con el apoyo de Kaleil, despedir a
Tom. Es curioso cómo uno de los fundadores termina en la calle, algo parecido a
lo que le pasó a Steve Jobs en Apple, aunque éste último luego volvió por todo lo alto,
como ya sabéis.
He de
decir que me gusta este tipo de documental, entre otras cosas porque creo que
da un barniz realista a ese rumor tan difundido de que con una buena idea
puede uno hacer milagros. No sólo es la
idea, es el trabajo en equipo, el desarrollo de la idea, la búsqueda de gente
que quiera poner su dinero en la empresa y el éxito del producto ante un
consumidor cada vez más informado y crítico; sin olvidar la fuerte competencia
que existe en sectores que, como Internet, tienen unas barreras de entrada
increíblemente bajas.
De hecho, muchas
Start up se han creado en un garaje.
Para qué decir más.
Al
terminar el documental, que ganó en 2001
un premio en el festival de Sundance , se comenta que Kaleil y Tom, reconciliados tras sus diferencias,
crearon una nueva empresa dedicada a asesorar negocios relacionados con
Internet que se encontraban en crisis. Desde luego, el espíritu
emprendedor de algunos nunca cae.
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