Twitter ha decidido limpiar sus entrañas y ha eliminado
centenares de miles de cuentas falsas, bots y trolls. Una política lógica viendo cómo la red social de
microblogging se estaba convirtiendo en muchos momentos en un espacio muy
nocivo para los usuarios, lo que ponía en peligro el ecosistema Twitter
relevando a muchos miembros de la comunidad twittera a la posición de meros
espectadores con miedo a participar. ¿Querrán las empresas buscar clientes en
este espacio? Es la pregunta que todo analista debería de hacer.
Plantear un crecimiento sólido es importante, más -si cabe-
si es de calidad. No obstante, Enrique Dans advierte algo curioso:
“Que Twitter tome la
decisión de priorizar la calidad de
su red frente a su tamaño es,
por puro sentido común, un movimiento en la
buena dirección, una indicación
de que, por fin, se ha decidido a tomarse en serio los que todos decían que
eran sus principales problemas, una inversión a futuro en una red más sana, con
un crecimiento más saludable y más sólido. De hecho, los números son, a todas
luces, impresionantes: la compañía se ha pasado
los meses de mayo y junio suspendiendo más de un millón de cuentas al día, y sin embargo, en el global del
trimestre, únicamente ha perdido alrededor de un millón con respecto al
trimestre anterior, lo que prueba, en realidad, un fuerte crecimiento. Pero
dado que los analistas ven un número de usuarios que desciende en un millón,
interpretan que el crecimiento se ralentiza, y la compañía cae más de un 20% en
su valor: ¿tiene sentido? ¿Puede de verdad ser tan limitada la inteligencia del
mercado, como para no ver lo que es tan obvio, una compañía en crecimiento y
que, además, invierte esfuerzos en tener un producto de mucha mejor calidad?”
Pues es cierto. El mercado ha penalizado que Twitter haga lo
que tiene que hacer. Esto puede puede llevar a creer que hay que crecer sin
control, sin mirar por tus usuarios y sin apreciar calidad en lo que estás
construyendo. A la larga saldrá caro, pero claro, una óptica especulativa del capital que se dirige
hacia las acciones tecnológicas puede orientar a estas compañías a inflarse por
encima de sus posibilidades. Luego pincha la burbuja y todos lloran.
No obstante, no podemos obviar el hecho de que Twitter genera
beneficios, y no son pocos. En el segundo trimestre de 2018, los ingresos subieron un 24% hasta los 710.5 millones de dólares, dos
millones de dólares por encima de las estimaciones, lo que supuso un
beneficio de 100 millones de dólares. A pesar de perder un millón de usuarios -que
no aportaban nada a la red según la compañía, por eso los borró- y situarse en
unos 335 millones de twiteros, más beneficio debería ser más alegría para el
inversor, ¿no? ¿O acaso se esconde otro motivo en estos movimientos? Siempre
que la bolsa sube y baja con frecuencia alguien se forra.
No tiene mucho sentido el castigo a Twitter, puesto que los
usuarios y anunciantes querrán una red mucho más limpia y segura que el
pandemonioum agresivo que parece muchas veces. Si solo se valora el crecimiento
exponencial a toda costa, mal vamos.
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