domingo, 9 de diciembre de 2018

Algoritmos e identidad profesional

fuente: Pixabay

La reputación online siempre ha sido importante de cara a construir un perfil profesional, pero, tras leer este artículo de Dans, me atrevería a decir que es más fundamental aún.
Los algoritmos tendrán en cuenta toda nuestra huella digital, pero la incertidumbre se crea cuando analizamos la huella digital de años, incluso de la época en la que jóvenes menores de edad participan en las redes. El ejemplo que se pone en el artículo es de una herramienta que busca información de candidatas que quieren trabajar como babysitter. Si unos padres van a meter a alguien a cuidar de su hijo, es importante saber quién es. Antiguamente las referencias procedían  de amigos y familiares, pero ahora quizás sea mejor ver qué pone en Instagram, Facebook, etc., y descartar que cualquier majara se quede a cargo de unos pequeños.

Además, no aparecer en las redes sociales -sobre todo por parte de generaciones que consideran que es mejor no estar ahí animados aún por tiempos nostálgicos en los que no había casi ni Internet- puede ser contraproducente. ¿Qué me dice este candidato? ¿Por qué está tan oculto? ¿Pretende esconder algo? ¿Seguro que no utiliza Internet? ¿Es un desfasado o es su estrategia?
Dans lo deja claro:

Algoritmos de este tipo evidencian una cuestión que debería ser obvia, pero que no lo era para muchos: lo que escribes en público en una red social es ni más ni menos que eso, una publicación  analizable por cualquiera, que automáticamente pasa a definirte y, en muchos sentidos, a etiquetarte. Si te dedicas a verter bilis contra todo lo que se mueve en una red social, estás dejando claras cosas que van desde tus afinidades, fobias y filias, hasta en muchos casos tus sesgos ideológicos o de otros tipos, o tu actitud ante la vida. En determinados procesos de selección, ese conjunto de características que revelas en función de tu participación pueden perfectamente formar parte de las actitudes que la compañía que ofrece un puesto puede querer analizar, y pueden, en algunos casos, dejarte fuera del proceso.”

A veces el ego se superpone a la prudencia y confundimos la libertad de expresión con vomitar lo primero que se nos ocurre. Cada uno es libre, pero vivimos en un mundo de consecuencias, y toda acción tiene una reacción. Aunque seas un buen profesional, quizás esa empresa no está interesada en tu perfil y te descarta por ser una persona violenta y conflictiva en las redes sociales, porque es la imagen que estás proyectando. Somos lo que proyectamos y, aunque creamos que no, la imagen que construimos en Internet es lo que verá la gente.

En ocasiones hemos hablado sobre cómo es posible que las empresas analicen el Facebook de los candidatos, cuando es LinkedIn la red de empleo por antonomasia. La respuesta es sencilla: da más información. Así que cuidado, nuestro CV no termina en un Word, sino que se configura a partir de mucha información, casi toda vertida por nosotros mismos.


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