Fuente PIXABAY |
En una sociedad tecnológicamente avanzada como la nuestra -y
que seguirá evolucionando hasta no sabemos dónde- lo importante no solo son las
nuevas profesiones. Es necesario adquirircompetencias digitales cada vez más avanzadas para poder usar la tecnología
de la forma más productiva.
Un canal de YouTube para difundir nuestra
información, un mínimo de conocimiento
de la nube para el trabajo colaborativo, dominar conceptos básicos de seguridad
informática, ofimática, redes sociales… En fin, son tantos los campos transversales
para cualquier profesión que debemos, como he dicho otras veces, dedicar cada
vez más tiempo libre a ponernos al día en nuevos conocimientos. O, como es
lógico, las propias empresas deberían facilitar esta formación a sus empleados.
Según leo en “Puro Marketing”, que se hace eco de una
encuesta a chavales sobre sus preferencias laborales, el 12% responde que
quiere ser youtuber, influencer o
Community Manager. No obstante, el 21% dirige sus preferencias hacia la
medicina, la abogacía, la ingeniería o la enseñanza.
Estos datos son importantes, porque un youtuber puede ser un abogado que se dedica a explicar conceptos de
su rama a través de Internet. También pueden serlo un músico, un ingeniero o un
arquitecto. Pero me temo que estas profesiones están, en la mente de los
chavales, exclusivamente ligadas a personajes como el Rubius, un auténtico
fenómeno de masas que ha sabido localizar muy bien su target y dar el pelotazo. Es necesario que sepamos que estas herramientas
pueden ser utilizadas por gente más allá del humor, los videojuegos o las
bromas telefónicas. O, en el caso de un Influencer, debemos explicar bien qué es:
¿Alguien que tiene muchos seguidores y recomienda productos previo pago?
¿Alguien que es experto en sectores muy concretos y consigue influenciar a sus
seguidores?
Si estas profesiones se abren paso, o sea, son demandadas progresivamente por las empresas, también el
sistema educativo debe adaptarse. Vivimos en un mundo prioritariamente
audiovisual y el papel es un residuo clásico que reduce la eficacia y la
efectividad de equipos de trabajo. ¿No es importante no solo aprender a leer y
escribir correctamente, sino saber editar vídeos? ¿No es importante aprender la
historia de la humanidad utilizando además YouTube
o la nube para trabajo colaborativo y de divulgación?
Sé que es difícil cambiar cosas que llevan décadas
haciéndose, pero tampoco es muy normal que no sepamos ver que Internet requiere
formación, información y responsabilidad y que tanto los padres como el sistema
educativo tienen su papel esencial.
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