Me preguntaba hace tiempo en un artículo qué pasaría con
nuestro Facebook el día que nos fuéramos al otro barrio. Pero resulta que las
redes sociales de toda la vida, las de carne y hueso, deben ser analizadas
también.
Se publicó en prensa un caso es espeluznante. Una mujer llevaba quince años muerta dentro de su casa, pero, como estaba al día de sus pagos en la comunidad, a nadie le importaba
si contestaba a la puerta o no, si salía, compraba en la tienda o cogía el teléfono.
La verdad es que podemos pagar nuestros recibos y tener para
comer, pero la soledad forzada mata lentamente. Internet nos permite estar más
cerca de los que más lejos están, pero no sustituye la creación de redes
sociales afectivas. Somos lo que nuestros vínculos con otras personas (familiares, parejas, amigos, compañeros de trabajo, vecinos…) son. Cualquier
familiar o amigo hubiera alertado de que la fallecida no daba señales. No al
año, sino a las horas.
En esta sociedad líquida de deseos insatisfechos, como decía Bauman, todo se desvanece mucho más rápido de lo que creemos. Muchos de los grandes
filósofos y gran parte de las religiones han alertado siempre de que la vida
está llena de dolor y de que, o bien debemos prepararnos para el fin, o bien aguantar
de forma equilibrada lo que nos venga. Por eso, buscamos incesantemente compañía,
el calor de la tribu o el clan para poder sentirnos más seguros. No obstante,
aunque es un logro librarnos de las cadenas de los gremios y de los estamentos,
un hiperindividualismo exacerbado también nos aísla y nos vuelve mucho más
vulnerables.
Parece que las relaciones afectivas se han contaminado del
consumo. Bauman establece que nos
enfrentamos a un mundo con sucesivos principios e indoloros finales. Parece
que nada arraiga y que, como bien refleja su metáfora, se diluye como el
agua.
Debemos tener en cuenta que Internet es un medio, no un
fin, para conectar personas. Por mucho que se crea en lo contrario, cinco
minutos de contacto visual y conversación equivalen a meses de chateo
interrumpido, caótico y a deshoras. La mejor forma de resistir estos tiempos, además
de la formación intensa y extensa, es saber construir no solo una red de
contactos profesional, sino una buena alianza de afectos con gente. Llamadlo familia,
grupo de buenos amigos o lo que queráis.
Desde luego, la idea del individuo aislado servirá para comprar en Amazon y para que Facebook nos conozca bien, pero no nos aportará la seguridad ni el calor que necesitamos.
Desde luego, la idea del individuo aislado servirá para comprar en Amazon y para que Facebook nos conozca bien, pero no nos aportará la seguridad ni el calor que necesitamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario