A lo largo del tumultuoso siglo XX, lleno de guerras, genocidios, revoluciones y movilizaciones, las “ideologías” han tenido siembre un papel principal. No tener ideología era como no tener criterio propio, ser una marioneta manipulable sin compromisos ni preocupaciones por nada. Pero, realmente, ¿cuál ha sido el espacio que han ocupado las ideologías en este mundo?
El politólogo Rafael del Águila nos planteó una reflexión en un interesante ensayo titulado “Crítica de las ideologías. El peligro de los ideales” que, como mínimo, nos debe hacer pensar. La mayoría de las catástrofes provocadas por los humanos se debe a las ideologías. Ya sea disfrazadas de nacionalismos extremos o de ideologías de emancipación de las clases populares; agrupadas en fundamentalismos religiosos, dulcificadas bajo los principios democráticos o, simplemente, movidas por el concepto colonial de civilizar a “los bárbaros”, las ideologías, según el autor, han llevado a las personas a tener una peligrosa visión del mundo, puesto que creían que ésta –su visión- estaba por encima de la de los demás. Dotándolos de un concepto de verdad absoluta, los ciudadanos altamente “ideologizados” derivan en fanáticos y los fanáticos son, parafraseando a Cioran, no sólo capaces de morir por una idea, sino también capaces de matar por ella.
Desde mi punto de vista, matizaría una serie de análisis que se plantean en este libro. Para mí, ideología no es otra cosa que tener ideales basados en una concepción del mundo y de su posible transformación. La frustración, el paro, la pobreza, son elementos de la infraestructura que pueden hacer que cualquier persona abrace ideologías totalitarias o, simplemente, se ponga a delinquir sin necesidad de basarse en los escritos de ningún filósofo. ¿Tienen más peso las ideologías o las condiciones sociales de los individuos? El asunto da para muchas reflexiones.
Aún así, huir de los fanatismos, cuestionarlo todo, ser escépticos ante cualquier pensamiento que nos prometa el mundo perfecto, puede ser una buena manera de prevenir males mayores. Eso sí, se corre el peligro de que te llamen cínico.
Ficha técnica:
Título: “Crítica de las ideologías. El peligro de los ideales”
Autor: Rafael del Águila
Editorial: Taurus.
Año: 2008
El politólogo Rafael del Águila nos planteó una reflexión en un interesante ensayo titulado “Crítica de las ideologías. El peligro de los ideales” que, como mínimo, nos debe hacer pensar. La mayoría de las catástrofes provocadas por los humanos se debe a las ideologías. Ya sea disfrazadas de nacionalismos extremos o de ideologías de emancipación de las clases populares; agrupadas en fundamentalismos religiosos, dulcificadas bajo los principios democráticos o, simplemente, movidas por el concepto colonial de civilizar a “los bárbaros”, las ideologías, según el autor, han llevado a las personas a tener una peligrosa visión del mundo, puesto que creían que ésta –su visión- estaba por encima de la de los demás. Dotándolos de un concepto de verdad absoluta, los ciudadanos altamente “ideologizados” derivan en fanáticos y los fanáticos son, parafraseando a Cioran, no sólo capaces de morir por una idea, sino también capaces de matar por ella.
Desde mi punto de vista, matizaría una serie de análisis que se plantean en este libro. Para mí, ideología no es otra cosa que tener ideales basados en una concepción del mundo y de su posible transformación. La frustración, el paro, la pobreza, son elementos de la infraestructura que pueden hacer que cualquier persona abrace ideologías totalitarias o, simplemente, se ponga a delinquir sin necesidad de basarse en los escritos de ningún filósofo. ¿Tienen más peso las ideologías o las condiciones sociales de los individuos? El asunto da para muchas reflexiones.
Aún así, huir de los fanatismos, cuestionarlo todo, ser escépticos ante cualquier pensamiento que nos prometa el mundo perfecto, puede ser una buena manera de prevenir males mayores. Eso sí, se corre el peligro de que te llamen cínico.
Ficha técnica:
Título: “Crítica de las ideologías. El peligro de los ideales”
Autor: Rafael del Águila
Editorial: Taurus.
Año: 2008
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