Muchas explicaciones se han dado, por parte de historiadores, economistas, sociólogos y politólogos, sobre cuáles pudieron ser los motivos por los que un pueblo civilizado y sabio como el alemán, terminara gobernado por un partido genocida y apocalíptico como el Nazi. Ya conocemos la explicación económica que señala como causas principales de este ascenso el paro y la inflación que asoló al país germano durante los años posteriores a la I Guerra Mundial; todo esto unido a las condiciones draconianas que le impusieron como perdedora de tal guerra. Pero, ¿hay algo más? ¿Qué puede decir la Psicología social ante esto? ¿Sería posible que el fascismo asolara de nuevo Europa? ¿Pueden existir más motivos que los exclusivamente económicos?
Sobre algunas de estas preguntas –especialmente si es posible que se repita el fascismo en Europa y, concretamente, en Alemania- trata la película “La ola” (2008), dirigida por Dennis Gansel. En ella, un profesor de instituto moderno y anarcoide es obligado a tutorizar un programa que tratará el tema de la “Autocracia” durante una semana. Ante la pregunta del profesor de si es posible en la actualidad una dictadura en Alemania, todos los alumnos dicen que no. Motivado por la necesidad de cambiar el ritmo de la clase, el profesor decide incorporar una serie de “novedades”. Les obliga a levantarse cuando quieran hablar en público y a llamarlo “Señor”. Luego, con el beneplácito de la clase, se deciden a llevar una camisa blanca a modo de uniforme y optan, también por mayoría, por dotar al nuevo grupo de un nombre: “La ola”. En una camisa y un nombre no quedará la cosa; se harán con su propio emblema inventado por un graffitero y también tendrán su propio saludo. Los que no pertenecen a “La ola” son marginados, al igual que aquellos que pertenecen al grupo y deciden no llevar camisa blanca o no someterse a la mayoría. “La ola” empieza a expandirse encontrando cada vez más simpatizantes entre los alumnos del instituto. Pero, ¿quién forma parte de este nuevo grupo? Pues un variado elenco: chavales frustrados, solitarios, marginales, procedentes de familias desestructuradas o gente normal y corriente que se siente superior. El grupo les da la fuerza, tanta fuerza que incluso el profesor empieza a verse sobrepasado por ella.
Este grupo no se mueve por ninguna ideología concreta, simplemente por el sentimiento increíblemente fuerte de pertenecer a un grupo y por la idea, consecuencia de esa pertenencia, de miedo y odio a lo ajeno. Son sólo chavales, pero todo puede ir mucho más lejos.
“La ola” es una buena película para reflexionar sobre si todos llevamos un pequeño totalitario dentro, a punto de salir cuando las circunstancias le sean oportunas.
Sobre algunas de estas preguntas –especialmente si es posible que se repita el fascismo en Europa y, concretamente, en Alemania- trata la película “La ola” (2008), dirigida por Dennis Gansel. En ella, un profesor de instituto moderno y anarcoide es obligado a tutorizar un programa que tratará el tema de la “Autocracia” durante una semana. Ante la pregunta del profesor de si es posible en la actualidad una dictadura en Alemania, todos los alumnos dicen que no. Motivado por la necesidad de cambiar el ritmo de la clase, el profesor decide incorporar una serie de “novedades”. Les obliga a levantarse cuando quieran hablar en público y a llamarlo “Señor”. Luego, con el beneplácito de la clase, se deciden a llevar una camisa blanca a modo de uniforme y optan, también por mayoría, por dotar al nuevo grupo de un nombre: “La ola”. En una camisa y un nombre no quedará la cosa; se harán con su propio emblema inventado por un graffitero y también tendrán su propio saludo. Los que no pertenecen a “La ola” son marginados, al igual que aquellos que pertenecen al grupo y deciden no llevar camisa blanca o no someterse a la mayoría. “La ola” empieza a expandirse encontrando cada vez más simpatizantes entre los alumnos del instituto. Pero, ¿quién forma parte de este nuevo grupo? Pues un variado elenco: chavales frustrados, solitarios, marginales, procedentes de familias desestructuradas o gente normal y corriente que se siente superior. El grupo les da la fuerza, tanta fuerza que incluso el profesor empieza a verse sobrepasado por ella.
Este grupo no se mueve por ninguna ideología concreta, simplemente por el sentimiento increíblemente fuerte de pertenecer a un grupo y por la idea, consecuencia de esa pertenencia, de miedo y odio a lo ajeno. Son sólo chavales, pero todo puede ir mucho más lejos.
“La ola” es una buena película para reflexionar sobre si todos llevamos un pequeño totalitario dentro, a punto de salir cuando las circunstancias le sean oportunas.
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