miércoles, 11 de marzo de 2015

Contratos efímeros y derechos sociales




Contratos por semanas, días, horas o, al tiempo, algunos minutos. Es el culto a lo efímero en el mercado laboral. Digo esto porque acabo de leer una noticia curiosa: “Los contratos de 7 días o menos suben un 43% durante la crisis y ya suponen uno decada cuatro”. Si la recuperación del empleo viene por este camino, todavía nos queda mucho. Y es que con este grado de temporalidad, si no se cuenta con un colchón o bien institucional o bien familiar, el golpe puede ser tremendo. Es posible que el trabajo para toda la vida sea algo del pleistoceno, pero uno tiene que pagar facturas y comer todos los días.
Pero sigamos leyendo:

“De 2007 a 2014 los contratos a tiempo parcial se han incrementado un 34%, según las estadísticas del Sepe. Este aumento es aún más notable si se contabiliza en proporción al número total de contratos. En 2007, los 4,3 millones de contratos a jornada parcial representaban apenas el 23% del total. Sin embargo, en 2014 los casi 5,8 millones de contrataciones de esta modalidad representaron el 34% de todos los empleos que se crearon en España.”

Creo que el debate no sólo deber ser empleo vs desempleo, sino empleo digno o mal empleo. Lo hemos debatido mucho aquí: si el trabajo no te da para comer, no es trabajo.  Si las empresas tienen que adaptarse a los nuevos tiempos flexibilizando sus plantillas al máximo, es hora de analizar si las políticas públicas deben ir encaminadas a proporcionar esa seguridad que, si no puede ser garantizada por la empresa, el estado debe asegurar.

T. S. Marshall, en su famoso ensayo sobre  “Ciudadanía y clase social”, hablaba de una serie de derechos adquiridos a lo largo de la historia que iban desde los derechos políticos y civiles hasta los sociales. Éstos últimos debían basarse en calcular qué mínimo requiere una persona para vivir dignamente. En estos tiempos convulsos, unos defienden los derechos sociales y otros los atacan, pero si analizamos derechos humanos en profundidad, vemos que sin un mínimo garantizado es difícil que podamos construir sociedades avanzadas.

El problema no tiene fácil solución. ¿Es el mercado o el estado el garante de un reparto justo de la riqueza? ¿Son las desigualdades necesarias? ¿Es lícito permitir que millones de personas no tengan un mínimo mientras otros nadan en la opulencia? Más allá del debate humanístico, lo que debemos pensar es si queremos sociedades cohesionadas alrededor de un estado social o un mar anárquico de sálvese quien pueda. O quizás me equivoque, y un liberal me dirá que es mejor reducir el estado, que el mercado se encargará de dar a cada uno lo que se merece.  No es mi planteamiento, pero la discusión sigue latente. 

Recupero el análisis anterior sobre de los contratos de trabajo en España. Creo que, ahora que hay campaña electoral en Andalucía, es hora de plantear de forma seria qué modelo productivo y qué mercado laboral queremos. La flexiseguridad es un buen comienzo, siempre y cuando se cumpla lo de la seguridad. El  reto crucial que tenemos que abordar es cómo conseguirlo y a qué precio.
¿Qué opináis?




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