Si todos utilizado Google
para poner nuestros nombres y ver qué nos devuelve como resultado, esto también
lo hacen las empresas. Es de lógica, aunque a veces parece que no nos queremos
dar por aludidos. En la prensa podemos leer lo siguiente:
“Como consecuencia de
estas búsquedas, o más bien, por los resultados que arrojan, en el 11,7% de los
casos se descarta a un candidato en un proceso de selección para un nuevo
empleo por la información que se encuentra en Internet sobre él.”
Controlar nuestra marca personal y nuestra identidad digital
en la red es importantísimo. O lo haces tú o dejas que lo haga la red por sí
misma y esto, en ocasiones, no tiene por qué arrojar buenos resultados.
Es posible que confundamos privacidad con desaparecer. No,
privacidad es controlar lo que tú quieres que se vea y lo que no, gestionar la
información que ofreces y estar muy atento a lo que se dice de ti.
Por otro lado, insisto mucho en pensar como profesionales
que utilizan las redes, desterrando -de una vez por todas- la idea de que lo
que se dice en Internet no trasciende más allá de mis círculos cercanos. Antes
de emitir un tweet tengo que
preguntarme: ¿puede perjudicarme profesionalmente? Quizás digo una burrada y me da exactamente
igual, pero he de responsabilizarme de mis actos y ser consciente de lo que
hago y de sus consecuencias.
Al igual que en la película Dogville, Internet no tiene muros y si no levantamos un panel de
privacidad, estamos desnudos frente al mundo, con todas nuestras virtudes y
miserias. La formación es importante, pero sobre todo el sentido común. Eso sí,
no debemos caer en la paranoia de decir cosas
sin sentido y políticamente correctas en exceso, repitiendo como locos lo que
dicen otros llegando a frases sin ningún contenido crítico.
En este mundo excesivamente cortoplacista, la inmediatez se
está cargando todo pensamiento mínimamente templado y analítico. Seguramente,
si estableciéramos una planificación de lo que vamos a colgar en la red,
pensáramos en nuestra imagen y quisiéramos servirnos de las redes para
compartir contenido de calidad y construir una buena reputación profesional, no
pasarían ni la mitad de las cosas que pasan.
Las redes sociales, en particular, e Internet, en general,
suponen un espacio lleno de oportunidades para quién lo sepa aprovechar. No
dejemos pasar el tren.
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