Desear que violen a una mujer es deleznable, y dudo que
ninguna empresa seria quiera tener personas que se rijan por este pensamiento. Lo
digo por el caso de Inés Arrimadas y la persona que, sin tener ni idea de lo
que se le vendría encima ni conocer cómo se configura Facebook, soltó lo que
soltó. El problema es desearlo y gritarlo a los cuatro vientos. Se trata de un problema cultural - o de cualquier otro tipo- grave desear que
gente que piensa de forma distinta a ti tenga que pasar por calvarios
semejantes. Dicho esto, vayamos a lo del Facebook.
Hay que tener pocos dedos de frente, al día de hoy, para creer
que lo que uno pone en sus redes sociales, de forma abierta y descontrolada,
insultando y/o maldiciendo, no tiene consecuencias. La mujer que insulta a
Arrimadas no solo ha sido despedida, sino que tiene muy, pero muy difícil,
encontrar otro trabajo. Por lo menos, a medio plazo. Y quizá sea una gran
profesional, no lo sé, pero si uno tiene ese odio dentro, ¿Puede ser buen
profesional? Dejo la pregunta ahí.
Han existido muchos despidos como consecuencia de la verborrea de algunos empleados en las redes sociales. El calentón es lo que
tiene. Si en un bar uno se calienta y ve cómo la gente lanza improperios a ver
quién es el más macho, en Internet pasa igual. Sin embargo, la red es un medio
de comunicación masivo, eso que tan lucidamente definió el sociólogo Manuel Castells
como “autocomunicación de masas”. Es autocomunicación, porque estoy en mi casa tranquilito
con la mantita o el aire escribiendo lo primero que se me ocurre. Pero es masivo,
porque lo lanzo a un universo con millones de usuarios. Luego vienen los despidos o las consecuencias malignas
que sean y se empieza con los lloriqueos
y los arrepentimientos.
Para bien o para mal, nuestra vida privada, una vez la
lanzamos sin control a Internet, afecta a nuestra vida profesional. Es así, y
más vale que lo tengas en cuenta y que no te guíes por cantos de sirena que
apelan a la libertad de expresión. Puedes decir lo que quieras, pero también es
necesario que apechugues con tus palabras. Libertad conlleva responsabilidad. Y
no hablo de que vuelva la censura. Simplemente, ten en cuenta que todo el mundo
puede leer lo que escribes. No obstante, para mí, desear que violen en masa a
una mujer, aunque no lo lea nadie, ya es vomitivo. Es necesario no desear estas
cosas, no solo no decirlas en las redes.
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