Internet
es una herramienta neutral que, utilizada por cabezas retorcidas, puede
convertirse en una auténtica arma de destrucción masiva. Desde piratas que
pueden robar y manipular el ordenador de cualquiera, gobiernos que se entrometen
en nuestra privacidad o terroristas que utilizan las autopistas de la
información para sostener mejor la propaganda de sus ideas, la perversión está
a la orden del día, sin obviar los casos de sexting,
grooming, ciberacoso y un largo
etcétera de prácticas abominables.
Pero
hay una noticia que me ha dejado un poco estupefacto o, por lo menos, más de lo
normal, porque ya estamos curados de espanto. Se
trata de hecho de que pululan por YouTube
dibujos animados para niños adulterados por gente sin escrúpulos, en los
que se puede ver a personajes bebiendo lejía, muertos, etc. Desde luego, como
sociedad tenemos un problema: falta
formación y capacidad para gestionar la cantidad ingente de información que
existe en la red. Y faltan filtros y capacidad crítica en una población que se cree
que dejando a los niños solos ante un móvil ya se crían solos. Y sobra mala
leche por parte de quien hace esto.
Como
bien indica Enrique Dans, “Sin embargo, el
verdadero análisis, para mí, es todavía más desasosegante: indudablemente,
internet tiene un problema. La combinación de factores como el desarrollo sin
límites de la economía de la atención, los algoritmos que premian el
sensacionalismo o el contenido más impactante, las posibilidades de anonimato o
de trazabilidad compleja y otra serie de características de la red han dado
lugar a un sistema en el que constantemente nos sorprendemos encontrando cosas
que, si hacemos caso a la gran mayoría de observadores, no deberían estar ahí.
Pero en realidad, el verdadero problema no está en internet: está en la
naturaleza humana.”
Claro
que el problema, como bien indica Dans, está en la naturaleza humana, pero la
red debe dotarse de mecanismos para reducir el
daño de este tipo de contenidos. Las denuncias de la comunidad son muy
importantes, pero los que usamos las
redes sociales, ¿estamos siendo conscientes de la envergadura del problema? Si
controlo demasiado el contenido, resto espontaneidad y genero censura; si lo
dejo todo circular, me encuentro con problemas de odio, viralización del insulto
y contenido inapropiado o todo lo que se puede ver cada día.
Hay
otra noticia interesante que, en cierta medida, está relacionado con Internet y
el género humano. Sean Parker, uno de los fundadores de Facebook, parece que reniega de su creación. Para él, la red social
por antonomasia explota las vulnerabilidades humanas. ¡Vaya novedad! Y es que
la cultura generalizada de las personas ha cambiado desde que vemos como
nuestras fotos reciben deditos, caras sonrientes
y comentarios motivadores. Hemos cambiado nuestra privacidad por un escenario
en el que exponemos toda nuestra vida - o la imagen de esta que queremos
proyectar- en busca del reconocimiento de nuestros “amigos”. Queremos ser
actores de una película y pasar por el photocall
cada dos por tres.
Estoy de acuerdo contigo en que encontrar el equilibrio entre libertad de expresión y censura es complicado. Me inclino más por la primera, acompañada de una formación y educación del internauta, para que sepa qué se va a encontrar y de qué herramientas dispone (las principales, el sentido común y el respeto). Un saludo, Héctor, y gracias de nuevo por artículos siempre tan interesantes.
ResponderEliminar