Hace tiempo escribí sobre los motivos que pudieron facilitar que Trump aterrizara en la Casa Blanca. En dicho artículo citaba distintas causas: descontento generalizado, destrucción de
puestos de trabajo, globalización… pero no destaqué algo interesante: el poder de las redes sociales y la
injerencia de potencias extranjeras.
Enrique Dans analiza en su blog las pruebas más que
palpables de que Rusia ha utilizado sofisticadas herramientas para influir en
la elección de Trump:
“La influencia de Rusia en el resultado de las últimaselecciones presidenciales norteamericanas es ahora, a la luz de lasinvestigaciones, completamente innegable: el presidente que ocupa la Casa
Blanca está ahí como resultado de una campaña especialmente diseñada
para humillar y destrozar la democracia norteamericana, y en realidad,
nunca debería haber llegado a su puesto. Para que pudiese llegar a hacerlo, una
agencia gubernamental rusa, la Internet Research Agency, creó miles de cuentas falsas en redes sociales, compró
publicidad, contactó e influenció a cientos de miles de norteamericanos y
manejó un presupuesto de millones de dólares destinados a crear división en el
electorado y a influenciar el resultado de las elecciones. Lo hizo,
además, con tanta facilidad y de manera tan rutinaria, que resulta
evidente que se trata de procedimientos desarrollados no solo en su propio país
a lo largo de varios procesos electorales, sino en elecciones en otros muchos
países de su órbita y, posiblemente, de todo el mundo."
Es cierto que sin determinado caldo de cultivo social, estas
prácticas poco hubieran triunfado. Pero no es menos cierto que Internet se ha convertido en un espacio
crucial en la política, generando
espacios de opinión de una forma bastante potente lo que, a la postre, pueden
inclinar la balanza hacia uno u otro candidato.
Es curioso, porque EEUU es un experto en meterse en la
política de terceros estados así que nos reiríamos hasta la saciedad si no
estuviéramos ante un escenario bastante lúgubre: ¿Qué se puede hacer para
evitar estas prácticas? ¿Hasta dónde puede llegar el poder de influencia a
través de las redes?
De todas formas, manipulación de la opinión pública ha
existido desde que se habla de opinión pública, y ahí estaría el ejemplo de la Guerra de Cuba en 1898 y el papel de magnates mediáticos como Hearst, entre
tantos otros. No obstante, el hecho de
que Facebook o Twitter, por no querer eliminar cuentas para no reducir sus
números, sean indirectamente coparticipes de prácticas dañinas para la
democracia debe ponernos en alerta. El único
antídoto ante la manipulación es contrastar la información y educación. Pero claro, cuando la gente
quiere leer su opinión en los medios en vez de informarse, cualquier
manipulación es posible.
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