Si partimos del hecho de que la tecnología ha buscado, busca,
y buscará la forma para ahorrarnos esfuerzos, sí, destruye trabajo humano. La
cuestión es si realmente queremos que así sea, si deseamos ir librando horas de
esfuerzo y trabajo repetitivo que realizan las máquinas mucho mejor, para poder
desempeñar otras actividades más creativas. O, siendo más pesimistas, si las máquinas
adquieren cada vez más competencias que anteriormente eran humanas, ¿sobramos
la población en este planeta como productores? Y claro, si no somos productores, será difícil seguir siendo consumidores si no tenemos ingresos.
Reflexionaba Enrique Dans sobre la tecnología y el empleo en un artículo en su blog. En él planteaba que si nuestro objetivo es mantener el trabajo por
mantenerlo, debemos paralizar todo desarrollo tecnológico. No obstante, no
parece que eso sea “lo deseable”. ¿Por qué no? Porque estamos obsesionados con
un progreso lineal y científico en el que creemos que la innovación nos salvará
de muchos problemas. Es la nueva religión, que apareció ya con la revolución
industrial y que está llegando su máximo apogeo: la tecnología nos librará de todos los males. El
crecimiento no puede pararse, y nos encontramos en un mundo, en palabras
del sociólogo Anthony Giddens, desbocado.
El historiador Yuval Noah harari, en su interesantísimo
libro “Homo Deus”, plantea que el ser humano ha conseguido enfrentarse a sus
tres grandes males, el hambre, la peste y
la guerra, con un carácter científico, no buscando justificaciones, como en
otras épocas, religiosas. Una persona enferma llega al médico y se le chequea
buscando un fallo en su organismo, no se le dice que tiene “la muerte acechándole con la
guadaña”. En el siglo XIV, cuando la peste asolaba Europa, se la pintaba como
un ser maligno, no como una enfermedad que procedía de las pulgas. La ciencia y
la tecnología buscan que el ser humano se acerque a lo que en otras épocas solo
podían hacer los dioses y sui miramos hacia atrás, los avances son incontestables.
Pero entonces, ¿todo desarrollo económico y tecnológico nos
acerca a ser divinidades? No, porque no somos capaces de poder analizar con
detalle las externalidades de cada progreso. ¿Fue la bomba nuclear un avance? Según
Harari la amenaza nuclear ha conseguido una paz internacional que nunca antes
se había conseguido pero eso no nos exonera de un desastre cualquier día. El reloj del Juicio Final está como en épocas de la Guerra fría, y a casi nadie le importa. Al potencial holocausto nuclear habría que sumarle los daños del cambio climático.
Además, ¿qué pasará cuando la
manipulación genética y la biotecnología nos permitan mejorar al ser humano?
Si nos centramos en
el mercado de trabajo, no sólo debemos pararnos en el hecho de que robots
androides nos sustituyan. Hay algo también muy preocupante y es el deterioro de
las condiciones laborales de amplias capas de la población. Millones de
personas no podrán reciclarse y corren el peligro de convertirse en población
“superflua” (en palabras de Hanah Arendt).
¿Qué nos deparará el futuro?
Para profundizar:
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