domingo, 14 de octubre de 2018

Blog, posicionarse profesionalmente, postureo y avalancha digital.



Soy blogger desde hace años y no conozco una mejor herramienta de posicionamiento tanto en el mundo online como fuera de él. Aunque tampoco me ha obsesionado mucho el número de visitantes, puesto que el blog lo veo más, siempre lo he dicho, como una herramienta profesional de gestión de contenido. En una era donde sobra información, gestionarla es la clave y el blog, su principal arma.
En un interesantísimo artículo, Andrés Pérez Ortega, quizás el mayor experto -o uno de los grandes- sobre marca personal en España, escribía sobre el problema de entender la marca personal como escupir contenidos a diestro y siniestro en las redes sociales. Esclavizados por la inmediatez y la foto fácil, pasamos más tiempo compartiendo nuestra vida en directo que aportando valor, valor profesional, algo que sirva para diferenciarnos y demostrar todo el conocimiento del que disponemos. Escribir cuesta trabajo; subir fotos a Instagram, menos. Si el contenido es el rey, ¿por qué nos centramos solo en el continente?

 Yoriento dijo una vez, creo recordar, que sin blog eres un “sintecho” digital.  ¿Dónde está mejor tu tarjeta de presentación: en centenares de artículos donde muestras tu experiencia y análisis o en comentarios en redes sociales que se van sepultando a golpe de clic por segundo? Puedes cerrar tu página de Facebook, mudarte de Twitter a Instagram o lo que sea, pero tu blog, tu casa, tu espacio, sigue ahí de pie. Te da igual compartir tus contenidos en la red social de moda, todos los enlaces llegarán a tu website.

En un taller sobre marca personal me dijeron que el blog tenía los días contados. En ese instante me di cuenta de que algo falla en el análisis: el blog no está muerto,  lo que ha estado siempre muerto ha sido creer que se podía vivir bien teniendo solo un blog. Un blog es un medio, un camino, un inmejorable Currículum Vitae -el óptimo, dejaos de florituras- y el mejor depósito de información relevante al cual siempre podéis volver.

¿Por qué entonces no queremos tener un blog y construimos nuestra identidad online profesional sobre las redes sociales?  Porque escribir un blog cuesta trabajo y es un proyecto de por vida, a largo plazo. Es la soledad del corredor de fondo, un maratón permanente. Y esto casa poco, como os decía, con la obsesión de inmediatez y de obtener resultados a cortísimo plazo. Si resistes, ganarás reputación y posicionamiento.


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