Parece que Facebook, Instagram, YouTube y Apple se están tomando en serio la moderación de
contenidos. Por lo menos, eso es lo que subyace si leemos las últimas noticias:
“Bajo su nueva política que cataloga, bajo sus
criterios, a "individuos y organizaciones peligrosas", Facebook está
eliminado desde hoy de su plataforma, incluido Instagram, los perfiles y todo
el contenido relacionado con los discursos y pensamientos de Alex Jones,
Infowars, Milo Yiannopoulos, Paul Joseph Watson, Laura Loomer, Paul Nehlen y
Louis Farrakhan, y pasan a ser clasificados como "prohibidos".
Vídeos, clips de
audio extraídos de la radio o un podcast, artículos, grupos privados centrados
en compartir este tipo de información y que promuevan a "figuras
extremistas prohibidas" o difundan sus eventos, todo esto estará prohibido
en Facebook e Instagram desde hoy.”
Facebook, sobre
todo tras las elecciones en las que ganó Trump, es sospechosa de ser una herramienta fácilmente
manipulable. Controlar las falsas noticias es clave, pero, ¿es abarcable? Me
explico. Por lo general, la gente lee lo que quiere leer y, si no lo recibe vía
Facebook, lo recibirá vía WhatsApp, grupos privados de algún
foro o por dónde sea. La moderación de
contenidos exige un despliegue brutal y una supervisión constante de lo que se
publica y comparte que, aunque son necesarios para evitar bulos, no deja de ser
una actuación titánica en una sociedad
en la que le contenido es espontáneo y circula a la velocidad de la luz.
¿Cómo cortar de raíz un bulo en Twitter una vez que ha explotado? ¿O por WhatsApp? ¿Estamos preparados como sociedad para la libertad que
nos ofrece Internet?
Además, no olvidemos, cualquier persona puede tener una
página web y decir casi lo que quiera. ¿Se
perseguirán también las webs que inciten el odio y las opiniones
“controvertidas”?, ¿dónde está el límite? La participación de la sociedad en
denunciar este tipo de contenidos es básica, porque somos los usuarios los que
más rápido podemos reportar los problemas.
Por mucho que vivamos en una sociedad de la información, el
exceso de esta no nos hace más inteligentes si no sabemos filtrar. Os pongo un
ejemplo que me ha pasado recientemente a raíz de la noticia del fallecimiento
de mi admirado Ray Bradbury. Murió en 2012, pero se ha vuelto a publicar en
algunas páginas como si fuera recientemente. Dicha noticia la vi en Facebook, con mi móvil. Busqué en Google rápidamente, porque en ese
momento juraba que ya había fallecido. Al final, las webs -incluida Wikipedia- ponían la fecha de su
fallecimiento, pero solo me fijé en la del nacimiento al ir apresuradamente. Así se
propagan los bulos. Y se supone que filtro la información y la contrasto, pero hay
días que está uno despistado.
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