La transformación de nuestras vidas debido a la tecnología
es algo que no podemos soslayar. Según un estudio de ManPower, analizado por la
sección de El País Retina:
“Para 2026, se
crearán en España 2,6 millones de nuevos empleos y la mayoría de ellos serán
para profesionales técnicos y trabajadores cualificados. En especial, tendrán
más tirón aquellos relacionados con el derecho, las ciencias, la salud y las
tecnologías de la información y la comunicación (TIC).”
Además de los nuevos empleos, es importante analizar cómo se
verán transformados los antiguos que, aunque no desaparezcan, es evidente que
no serán los mismos. Y esto es la madre del cordero. No tanto qué de nuevo hay,
sino como lo viejo se va resquebrajando y
nos pilla a todos desprevenidos. ¿Es un periodista el mismo profesional que
antes de que surgiera Internet? Y digo más, ¿hace el mismo trabajo desde que
emergieron las redes sociales? Pues así con tantos y tantos empleos. Aunque nos
empeñemos en no cambiar, la ola de la tecnología es transversal y nos afecta a
todos. Cuanto antes nos pongamos las pilas, mejor.
Big Data, robótica o inteligencia artificial son
sectores que siempre están en el debate. El común denominador que mueve la nueva economía no es otro que el
conocimiento y, por extensión, el talento. ¿Cómo
atraer talento? ¿Cómo formarlo? ¿Cómo fidelizarlo?
Las condiciones laborales son importantes, y no sólo
hablamos de salario: posibilidades de
promoción en la empresa, reputación de la empresa, horario… también son
variables que se deben tener en cuenta. Sí, a veces parece utópico sobre todo
en España pero en un mundo globalizado, la fidelidad a la empresa de
profesionales de valía no está garantizada.
Pero, en mi opinión, hay algo que es básico en una economía
basada en el conocimiento: el
aprendizaje permanente. Adquirir competencias y repetirla durante 30 años no
funciona. El reciclaje es básico y la
empresa tiene que tener eso cuenta. EL talento tiene que airearse porque puede
caducar demasiado pronto si no se renueva.
Los cambios de escenarios, que llevan a miles de
profesionales a trabajar en la distancia y coordinarse con otras personas que
no comparten el mismo espacio físico, modifica la gestión de equipos de forma
sustancial. Saber liderar escenarios tan cambiantes es difícil, pero marcará la
diferencia. ¿o no?
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