Artículo publicado también en Palabras desde el Sótano
El pasado fin de semana aproveché para disfrutar de la interesantísima
serie “Chernobyl”. Me ha parecido sublime,
no solo por su capacidad para explicar a través de la ficción ese enorme desastre,
sino por su análisis global de lo que en su día ya era una potencia que se caía
a pedazos: la URSS.
En primer lugar, leamos parte de lo que, según la Wikipedia, pasó
allí:
“El accidente de
Chernóbil fue un accidente nuclear sucedido el 26 de abril de 1986 en la
central nuclear Vladímir Ilich Lenin, ubicada en el norte de Ucrania, que en
ese momento pertenecía a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, a 3 km
de la ciudad de Prípiat, a 18 km de la
ciudad de Chernóbil y a 17 km de la frontera con Bielorrusia.
La cantidad de dióxido de uranio, carburo de boro, óxido de
europio, erbio, aleaciones de circonio y grafito expulsados, materiales
radiactivos y/o tóxicos, que se estimó fue unas 500 veces mayor que el liberado por la bomba atómica arrojada en
Hiroshima en 1945, causó la muerte de
31 personas en las siguientes dos semanas y llevó al Gobierno de la Unión
Soviética a la evacuación de urgencia de
116 000 personas, provocando una alarma internacional al detectarse radiactividad en al menos 13
países de Europa central y oriental.”
Las fuentes oficiales estimaron que solo murieron 31 personas,
pero la serie ya determina que fueron muchísimas más. En pleno contexto de la “Guerra
Fría”, la URSS, entonces
liderada por Gorbachov, no se podía permitir el lujo de pasar por ser un
país capaz de albergar un desastre nuclear como consecuencia de alguna chapuza,
dejadez, falta de escrúpulos o incompetencia. Simplemente la propaganda debía
estimar y minimizar lo que podría haber sido un auténtico desastre nuclear que hubiera
marcado el planeta Tierra de por vida. De hecho, fue una catástrofe, pero podía
haber sido mucho peor.
La serie no solo demuestra
ciertas incompetencias y locuras burocráticas, sino que también refleja la
valentía de centenares de personas que se arrojaron a paliar el accidente.
Científicos, bomberos, mineros, policías… Muchos no sabían adónde iban, pero
otros asumieron el riesgo. Ese aspecto también debe ser resaltado.
Gorbachov dijo que el final de la URSS quizás comenzó con
este desastre, aunque también podíamos sumar
la Guerra de Afganistán y la incapacidad del régimen de adaptarse a los
nuevos tiempos y evolucionar hacia un sistema más abierto y democrático. No obstante, Rusia
prepara otra versión de la serie en la que seguramente todo lo acaecido en Chernóbil
fue resultado de un boicot de los EEUU.
Para concluir, los que no tenemos ni idea de física nuclear
podemos entender un poco, digo un poco, cómo funciona una central. Eso también
es un mérito de la serie, su carácter pedagógico.
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