Como se puede observar, he estado bastantes semanas sin
actualizar el blog. La verdad es que he aprovechado estas vacaciones para hacer
algunos viajes que tenía pendientes y leer todo lo posible a mi alcance. A
continuación, voy a resumir algunas de mis lecturas.
El mejor libro que he leído este verano.
Escrita por Margaret Atwood, esta novela distópica retrata
un régimen que mezcla características de dictaduras o sistemas políticos y
sociales de antaño. Utilizando el miedo al terrorismo islámico, se crea una
dictadura cuya principal característica está en la posición de las mujeres en
el sistema. Como nacen pocos niños, aquellas mujeres fértiles pueden ser
reclutadas por miembros del poder para ser el receptáculo de su descendencia.
Las mujeres, sometidas al hombre, no forman una sola clase social, sino que
entre ellas hay grupos con más o menos poder. Desde las esposas de los
poderosos hasta las que son expulsadas a una especie de colonias, el poder se construye
a través de una serie de redes basadas en el miedo, por supuesto, pero también
en los privilegios que se pueden ir consiguiendo.
Al igual que en el 1984
de Orwell, la dictadura se construye resaltando la guerra permanente contra el
enemigo, ora sectas religiosas, ora otros grupos simplemente contrarios al
poder. Las mujeres que crecieron en libertad son adoctrinadas en la idea de que
es mejor vivir en esa “nueva” sociedad; al fin y al cabo, van tapadas y
acompañadas y su cuerpo ha dejado de ser objeto de trivialidad. Además, se reducen las violaciones y las
agresiones.
Siempre que se eliminan las libertades y derechos de un
colectivo, se debe justificar que es por su bien.
Muy recomendable.
Yuval Noah Harari se ha convertido en uno de los ensayistas
más famosos últimamente. “21 lecciones para el siglo XXI” no llega al nivel de “Sapiens”
u “Homo Deus”, pero pone encima de la
mesa bastantes temas interesantes (como suele hacer siempre el historiador israelí).
Lo más importante es que su análisis va más allá de los problemas sociales
actuales para poner el ojo en un futuro incierto. ¿Habrá trabajo para todos? ¿Surgirá
una nueva raza humana capaz de esclavizar a los demás? ¿Estamos ante la
posibilidad, de nuevo, de un desastre nuclear? ¿Estamos preparados para
gestionar los flujos migratorios? ¿La democracia occidental está acabada? ¿Qué ocurrirá
con los conflictos religiosos?
Owen Jones es un joven activista y periodista que saltó a la
palestra – por lo menos, yo lo conocí en ese momento- al publicar este libro. Chavs es el término peyorativo utilizado
en Reino Unido para describir a la clase trabajadora. Si usamos el cliché, hablaríamos
de quinquis o, para que os podáis hacer
una imagen gráfica, lo más cercano sería un chaval vestido de chándal con
cadenas de oro y consumidor de todo tipo de drogas; una chica con 20 años
malhablada con dos niños; o un tipo estilo Homer Simpson viendo la tele, con
problemas de obesidad y viviendo de los subsidios. Tanto la derecha como la
izquierda han caído, según el autor, en esta criminalización de los chavs: unos los podrán de vagos, otros de machistas y racistas o vete tú a saber.
Para Owen Jones esta imagen es falsa. No se trata más que de
un intento ideológico de criminalizar a la clase trabajadora para reflejar que
su situación precaria se produce porque ellos, los chavs, se lo han buscado, ocultando,
por tanto, cómo se han incrementado la desigualdad y la precariedad, sobre todo
a raíz de los gobiernos de Thatcher.
Uno de los elementos que más me ha interesado de este libro es
la hipótesis de que el multiculturalismo está siendo utilizado en contra de la
clase trabajadora, estableciendo al proletariado de raza blanca como un
colectivo étnico que compite con el resto de grupos (inmigrantes sobre todo). Este aporte es destacable porque, con
posterioridad, se publicó aquí en España un ensayo de Daniel Bernabé
titulado “La trampa de la diversidad”, en el que profundiza en estos temas.
El escritor escocés Irvin Welsh publicó su primera novela
allá por el año 1993, aunque todo el mundo conoce esta historia a raíz de la
película del mismo nombre protagonizada, entre otros, por Ewan McGregor y
dirigida por Danny Boyle. Reconozco que no he visto la película aún, estoy
deseando hacerlo, ya que he tardado muchos años en leer el libro, eterna asignatura
pendiente en mi lista de libros por leer.
Sin extenderme mucho, he de decir que Trainspotting relata la historia de un grupo de amigos a cual peor,
la mayoría drogadictos y/o alcohólicos, violentos y tremendamente perdedores.
Aunque cada personaje tiene sus grados de decadencia, algunos están algo mejor que
otros. La escritura de Welsh es dura como un puñetazo en el estómago; sin
reparos ni censura de ningún tipo, las descripciones de la violencia, el maltrato,
los insultos y el consumo de, sobre todo, heroína en vena son explícitas.
Es un libro sórdido no apto para todos. De hecho, puede ser
el libro con escenas más desagradables que he leído, y soy un lector que
siempre ha tenido inclinación por el realismo sucio. No obstante, aunque desde
luego Welsh no es Celine, su retrato también tiene momentos de lucidez, como el
borracho que, aun estando hecho polvo, suelta frases para enmarcar. Leí Trainspotting
tras el libro de Chavs y la verdad es
que se me quedó una sensación curiosa. Probad vosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario