Entramos en el nuevo año estrenando gobierno. El primero de coalición desde que estrenamos la democracia llegada tras la muerte de Franco.
Es curioso que a pocos días tras las elecciones ya se
estuvieran abrazando Iglesias y Sánchez
mostrando una sintonía antes imposible. Podrían haberse esperado un poco. Pero esta prisa puede deberse a varios
motivos:
- - A Sánchez no le fue bien su estrategia de debilitar a Podemos y subir en votos de forma sustancial alentando el miedo a la extrema derecha.
- - Ciudadanos se descalabra, y el PSOE no puede gobernar ni solo ni con apoyos de la derecha.
-
El crecimiento de VOX muestra que parte del
descontento está empezando a canalizarse hacia este partido.
Siempre he dicho que repetir elecciones era un error, genera
frustración y malestar y luego llegamos a situaciones complicadas. A Pedro
Sánchez le salió el asunto mal, y no le queda más remedio que mirar a su
izquierda y preparar un nuevo proyecto de gobierno.
El acuerdo entre ambas formaciones, una serie de líneas
estratégicas que tendrán que definir bien, también se ha materializado en un
reparto de los ministerios. Se
crean 20, ( muchos desde mi punto de vista pero tampoco se termina el
mundo) y
UP consigue cuatro: una vicepresidencia de asuntos sociales (Iglesias),
ministerio de Igualdad (Irene Montero), Ministerio de trabajo (Yolanda Díaz) y
consumo (Alberto Garzón) más Manuel Castells (uno de mis sociólogos de
cabecera) como ministro de Universidades.
Hasta ahora parece fácil, pero no lo es. En primer lugar, los gobiernos de
coalición tienen dos frentes: la
oposición, y sus propios socios y compañeros de gabinete. ¿Por qué? Porque
al ser dos partidos distintos, si no crean líneas de coordinación muy claras y
objetivos comunes, pueden verse como competidores ( de hecho lo son). Además,
el débil, en este caso el pequeño que es Podemos, puede verse perjudicado
cuando intente hacer muchas de las cosas prometidas y no pueda. Ante esta
disyuntiva, en un nuevo escenario electoral, es posible que el voto más radical
pueda abandonar Podemos y el más moderado practicar el voto útil hacia el PSOE.
No es una idea descabellada y seguramente Pedro Sánchez la tuviera en la cabeza
cuando se tiró a la piscina del acuerdo. De todas formas, poder gobernar haría
que, si no lo hacen rematadamente mal, mucha gente le perdiera el miedo a la
formación de Iglesias. No olvidemos que Podemos se funda con la idea de
gobernar, no de ser bisagra. Pero, ¿tiene margen para hacer mucho de lo
prometido? Y si hacen algo de lo prometido ¿Les saldrá bien? También es cierto
que la formación morada ahora tiene un micrófono mejor que el de la televisión
por Internet: desde el gobierno se llega a mucha gente.
En segundo lugar,
el eterno problema: Cataluña. ¿ERC se abstiene a cambio de algo? Por supuesto,
pero no sabemos bien el qué. Hay sectores de independentismo que le dará igual
la gobernabilidad de España, y que piensen que cuánto peor mejor; por otro lado
creo que hay otros, muchos de sus dirigentes incluidos, que saben que necesitan
relajar el ambiente so pena de terminar en un conflicto cada vez más profundo e
irresoluble. Lo siento pero no veo solución a corto plazo que satisfaga a
nadie… ni a largo. Quizás una mesa de diálogo esté bien si creemos en la
estética política, pero esa mesa tendrá que generar acuerdos y esos acuerdos
tendrán que ser “tragables” para el resto de España también. Quizás negociar un
nuevo estatuto, una nueva financiación, un reconocimiento de Cataluña como
nación esté entre estos potenciales acuerdos, pero, ¿entrarán todos en la
constitución? Todo indica que en esta
legislatura se va a judicializar la política todo lo que se pueda y veremos
recursos a punta pala.
En tercer lugar,
la crispación. Esto no es nuevo porque ya pasó en la época de Zapatero, donde
también todo era ETA y separatistas ( y al final fue la crisis económica la que
casi se lleva al PSOE por delante, creó el 15M y materializó a Podemos). Lo que
ocurre con esta estrategia, es que puede volverse en contra del quien la
lidera. Me explico: si te pintan lo peor, y no solo llevas la misma vida si no
que quizás mejoras algo, esa campaña no te va a convencer e, incluso, te puede
molestar. A todo esto sumamos que la crispación moviliza el voto contrario, y
es posible que el voto útil aúpe de nuevo al PSOE con más apoyos. Solo una buena gestión del gobierno puede
neutralizar este tipo de estrategias. Aunque no solo. También trasparencia y
sentido común, de ese que tanto hablaba Rajoy antes de que se fuera empañado
con el tema de Bárcenas.
Si dura o no dura este gobierno más de dos años dependerá, sobre
todo, de los presupuestos. ¿Podrán aprobar unos nuevos? ¿Los apoyará ERC? A las cuentas habrá que sumarle el hecho de
que esas medidas que han pactado no solo
se centren en humo, en soflamas o en deseos, sino en cuestiones materiales
concretas y beneficiosas para la mayoría.
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