A pesar de que el gobierno ha lanzado un presupuesto con un
recorte estimado de unos 27.300 millonesde euros, los mercados no han dejado de
castigar a España. En su afán insaciable por determinar la política económica
de nuestro país y siempre con el objetivo último de conseguir más y más,
los compradores de deuda ya hacen notar el presupuesto como algo viejo.
Observando un poco las cuentas aprobadas por el gobierno,
quiero destacar entre los recortes esos 1.500 millones menos con los que nocontarán las Políticas Activas de Empleo.
Para hacernos una idea, las Políticas Activas de Empleo son
aquellas medidas de orientación,
intermediación y formación (también fomento del empleo), destinadas a
mejorar la empleabilidad de las personas, ya sea por cuenta propia o ajena. O
sea, buscan ser un motor que ayude a los
parados a encontrar trabajo más allá de las meras prestaciones por desempleo.
Dentro de estas Políticas Activas de Empleo
y víctimas de los recortes, también se encontrarían las bonificaciones por contratación
de las que pueden beneficiarse las empresas.
Los recortes no se
van a quedar en los 27.300 millones estimados en el presupuesto -que
también engloba una mayor recaudación
vía impuestos junto con una polémica amnistía fiscal-,
sino que, además, el
gobierno anuncia un recorte adicional de
10.000 millones de euros en educación y sanidad. ¿Esto no va a parar nunca? ¿Estas medidas calmarán a los mercados?
Estamos siendo testigos de un desmantelamiento progresivo
del estado como institución garante de servicios públicos, reduciendo su
capacidad de maniobrar hasta límites insospechados. Si levantamos un poco la
vista y vemos a Grecia y Portugal,
nos damos cuenta de que estos países no sólo no han empezado a crecer tras los
recortes, sino que se han hundido aún más. La cuestión de la deuda se ha
convertido en un arma que busca un objetivo claro: abrir la piñata de los servicios públicos, un negocio inconmensurable
cuya privatización hará aumentar la cuenta de resultados de muchas corporaciones.
Y en esto me surge otra pregunta: ¿esto beneficia de alguna manera al ciudadano
de a pie? Pues echemos un ojo a las
empresas privatizadas tipo “Telefónica” o “Endesa” o “Iberia” para ver si
la venta del patrimonio de todos los españoles situado en sectores estratégicos
(sí, señores y señoras, un patrimonio que se creó con el dinero generado por
todos los españoles) funciona mejor tras su venta. Analicemos cuánto empleo han destruido, y cuánto
beneficio ha dejado de recaudar el Estado.
La reflexión debe ser si queremos un Estado social que ofrezca servicios públicos de calidad o una
institución raquítica que se centre sólo en las labores de “policía”. Como
hemos comentado en algunas ocasiones en este blog, el estado del bienestar se
concibió, fundamentalmente, como un pacto entre los agentes sociales en pos de la paz social.
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