Según Andrés Oppenheimer, uno de los intelectuales más
prestigiosos de Latinoamérica, en pocos años “sufriremos un terremoto económicoy el 47% del empleo desaparecerá”. La entrevista, publicada por el diario
digital El Confidencial, nos deja
mucha información que considero interesante.
Oppenheimer estuvo investigando en Sillicon Valley buscando el secreto del éxito de EEUU para
producir algo parecido a un Bill Gates o un Steve Jobs, y una de las
conclusiones del pensador es la capacidad que tienen éstos emprendedores -en
EEUU- para superar el fracaso. Mientras que en otros países crucificamos al que
fracasa, al otro lado del Atlántico parece que superar esas situaciones forma
parte de la vida cotidiana.
Para este autor, la innovación no es algo que se inicia con
capital riesgo, sino con el desarrollo de una cultura innovadora. Nos falta
estimar más a los innovadores. Como bien dice Oppenheimer, estaría bien que los
jóvenes admiraran a dichos innovadores tanto como a los futbolistas.
En cuanto a los cambios que viviremos a nivel mundial en el
mercado de trabajo, sus predicciones no son muy halagüeñas: el trabajo mental
valdrá más, pero el manual cada vez menos, lo que implica la desaparición
constante de muchos de los puestos de trabajo existentes en la actualidad.
Lo curioso de este terremoto económico es que parece que la
creatividad y variables típicas como la inteligencia emocional serán cada vez
más importantes para afrontar nuevos retos profesionales. No queda otra: los
robots hacen las actividades de forma más eficiente, sólo nos podemos
diferenciar en aspectos emocionales y creativos… por ahora.
Cada vez más, los empleos se vuelven más sofisticados y
complejos. Es inevitable, pues lo mecánico ya lo hace la tecnología y el
espacio para la actividad humana requiere algo más que actividades monótonas en
las que no hace falta pensar. Entre los que creen que la máquina terminará con
el empleo y los que piensan que no, Oppenheimer se posiciona en un término medio.
Nos enfrentamos a una afirmación objetiva:
cada vez hay menos horas de trabajo y más gente.
Si el reparto de horas de trabajo parece necesario, la
innovación aún más. No es muy realista considerar que el número de puestos de
trabajo que destruye la tecnología se vaya sustituyendo a la misma velocidad.
En mi opinión, es necesaria una intervención pública para asegurar rentas que complementen
trabajos mal pagados, fomentar el reciclaje profesional e, incluso, garantizar
unas rentas de inserción a aquellas personas que no encuentran trabajo y que
cada vez lo tienen más difícil.
El pleno empleo me parece una utopía, pero no podemos
permitir que grupos cada vez más extensos de personas se queden excluidos.
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