Vi a un Pablo Iglesias con pinta de cansado y dificultades
para enfrentarse a un Albert Rivera totalmente lanzado. Las encuestas y las
continuas campañas están pesando cada vez más en esta carrera de fondo que es
la política. Por lo demás, un formato fresco, sin ataduras ni nada pactado, se
puede abrir un hueco en los debates
políticos.
Mientras que, en cuestiones laborales, Rivera defendió el
contrato único - como bien explicó el candidato de IU Alberto Garzón tras el
debate, no es la panacea para nada, puesto que no cambia el modelo productivo
español-, Iglesias titubeó a la hora de defender otra reforma laboral. Planteo
una reflexión: si los chiringuitos emplean a X personas durante el verano y se cambia
el tipo de contratación por la propuesta por Ciudadanos, los dueños no van a cambiar
este negocio para abrir una cadena de montaje
con empleo todo el año simplemente porque puedan despedir gratis sin diferenciar
entre temporales e indefinidos. La absurdez de ligar tipo de contratación a la
temporalidad intrínseca del modelo productivo español es peligrosa, puesto que
desvía la atención de la realidad del problema.
Subir el salario mínimo por decreto se quedó en el aire como
una medida un poco etérea, mientras que Rivera atacó por el lado que más puede
doler a Podemos: lo utópico de sus propuestas. Todos hablan de derogar la
reforma laboral, pero no se termina de exponer bien qué quieren. En el debate
posterior en La Sexta, esta vez sí con el resto de partidos, tampoco se planteó
por parte de los asistentes en qué consistiría la nueva reforma. Yo sólo digo
que si a todos nos gusta Dinamarca, en este país el despido es prácticamente
libre. Por lo tanto, sería muy pedagógico para la ciudadanía hablar de una vez
de cuál es el papel del estado danés en la formación y recolocación de los trabajadores,
como del tipo de prestaciones e
impuestos que existen ahí.
Es evidente que un combate a dos es más entretenido que a
seis o siete, pero reproducir el bipartidismo encarnado ahora en nuevos
partidos me parece un poco pobre, dado
el nuevo escenario que viviremos en las próximas elecciones. La pluralidad ha
llegado, y todos los partidos están obligados a pactar.
Como os decía, Rivera salió con fuerza. Tras los problemas
de Syriza en Grecia, las críticas a Podemos se han puesto más fáciles, pero las
lagunas en las medidas laborales de Ciudadanos son algo que el resto de
partidos debería saber aprovechar. Cuando hablo de lagunas me refiero a lo que
el contrato único, medida estrella, no podrá conseguir, así como la idea de que
el estado debe subvencionar contratos basura. Es cierto que si una persona
tiene poca renta, lo normal es que el estado la apoye. Sin embargo, si esto se
convierte en norma y los salarios bajan cada vez más, podremos ver a un
gobierno subvencionador de empresas que pagan una miseria. Este debate no es
baladí, puesto que en el futuro próximo tanto el paro estructural como el número
de trabajadores pobres será cada vez mayor si no se toman medidas urgentes.
Subir el salario mínimo por decreto no asegura que la gente vaya a cobrar
mejor. De hecho, ahí están las reducciones continuas en la jornada laboral con
la consiguiente merma salarial.
Es necesario profundizar en las políticas de estímulo, en la
bajada de la cuota del autónomo y en las reformas de las políticas de empleo. Con
un debate sereno y reflexivo, las conclusiones serán interesantes. Pero si
buscamos el simplismo, entonces volveremos a lo de siempre: mucho insulto entre
políticos y pocas soluciones.
Por cierto, quien ganó el debate fue Jordi Évole, que marcó
un histórico en la audiencia del programa.
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