martes, 20 de octubre de 2015

Análisis sobre el debate entre Pablo Iglesias y Albert Rivera y algunos comentarios


 
Vi a un Pablo Iglesias con pinta de cansado y dificultades para enfrentarse a un Albert Rivera totalmente lanzado. Las encuestas y las continuas campañas están pesando cada vez más en esta carrera de fondo que es la política. Por lo demás, un formato fresco, sin ataduras ni nada pactado, se puede abrir un hueco  en los debates políticos.


Mientras que, en cuestiones laborales, Rivera defendió el contrato único - como bien explicó el candidato de IU Alberto Garzón tras el debate, no es la panacea para nada, puesto que no cambia el modelo productivo español-, Iglesias titubeó a la hora de defender otra reforma laboral. Planteo una reflexión: si los chiringuitos emplean a X personas durante el verano y se cambia el tipo de contratación por la propuesta por Ciudadanos, los dueños no van a cambiar este  negocio para abrir una cadena de montaje con empleo todo el año simplemente porque puedan despedir gratis sin diferenciar entre temporales e indefinidos. La absurdez de ligar tipo de contratación a la temporalidad intrínseca del modelo productivo español es peligrosa, puesto que desvía la atención de la realidad del problema. 


Subir el salario mínimo por decreto se quedó en el aire como una medida un poco etérea, mientras que Rivera atacó por el lado que más puede doler a Podemos: lo utópico de sus propuestas. Todos hablan de derogar la reforma laboral, pero no se termina de exponer bien qué quieren. En el debate posterior en La Sexta, esta vez sí con el resto de partidos, tampoco se planteó por parte de los asistentes en qué consistiría la nueva reforma. Yo sólo digo que si a todos nos gusta Dinamarca, en este país el despido es prácticamente libre. Por lo tanto, sería muy pedagógico para la ciudadanía hablar de una vez de cuál es el papel del estado danés en la formación y recolocación de los trabajadores, como del  tipo de prestaciones e impuestos que existen ahí. 


Es evidente que un combate a dos es más entretenido que a seis o siete, pero reproducir el bipartidismo encarnado ahora en nuevos partidos me parece  un poco pobre, dado el nuevo escenario que viviremos en las próximas elecciones. La pluralidad ha llegado, y todos los partidos están obligados a pactar.

Como os decía, Rivera salió con fuerza. Tras los problemas de Syriza en Grecia, las críticas a Podemos se han puesto más fáciles, pero las lagunas en las medidas laborales de Ciudadanos son algo que el resto de partidos debería saber aprovechar. Cuando hablo de lagunas me refiero a lo que el contrato único, medida estrella, no podrá conseguir, así como la idea de que el estado debe subvencionar contratos basura. Es cierto que si una persona tiene poca renta, lo normal es que el estado la apoye. Sin embargo, si esto se convierte en norma y los salarios bajan cada vez más, podremos ver a un gobierno subvencionador de empresas que pagan una miseria. Este debate no es baladí, puesto que en el futuro próximo tanto el paro estructural como el número de trabajadores pobres será cada vez mayor si no se toman medidas urgentes. Subir el salario mínimo por decreto no asegura que la gente vaya a cobrar mejor. De hecho, ahí están las reducciones continuas en la jornada laboral con la consiguiente merma salarial. 


Es necesario profundizar en las políticas de estímulo, en la bajada de la cuota del autónomo y en las reformas de las políticas de empleo. Con un debate sereno y reflexivo, las conclusiones serán interesantes. Pero si buscamos el simplismo, entonces volveremos a lo de siempre: mucho insulto entre políticos y pocas soluciones.

Por cierto, quien ganó el debate fue Jordi Évole, que marcó un histórico en la audiencia del programa.

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