Los partidos políticos parecen no llegar a un acuerdo de
investidura. Era y es necesario negociar líneas programáticas con los
presupuestos al lado, sabiendo que estamos dentro de la Unión Europea y que hay
unas limitaciones. ¿De dónde se sacará el dinero? ¿Qué pasará con la troika?, ¿nos
encaminamos hacia otras elecciones?
No voy a entrar en muchos detalles sobre lo que se hapactado entre el PSOE y Ciudadanos, como, por ejemplo, el tema de las
diputaciones. No me creo que las quiten; aquí hay otra trampa. La mayoría del
personal es funcionario, por un lado; por otro, habrá que seguir dando
servicios a los ayuntamientos pequeños. Las diputaciones gestionan, por
ejemplo, servicios sociales comunitarios. ¿Quién costearía eso ahora?
¿Realmente se ahorrarán 5000 millones? Otro elemento es el complemento
salarial: por mucho que se intente rectificar, me parece peligroso si se
generaliza. Estoy a favor de la flexibilidad alemana en determinadas empresas
grandes que, por circunstancias de la producción, tengan que reducir el número
de horas trabajadas. Aquí es necesario que el estado, en vez de pagar
desempleo, pueda compartir el salario con la empresa para que no se pierdan
puestos de trabajo. Lo que no entiendo es que se subvencione tener contratos
por debajo de los 800 euros al mes (pág. 31 del documento). Además, así es muy
difícil sacar a determinados colectivos del desempleo. Me parece que políticas
como la del trabajo garantizado -estudiada por Alberto Garzón- con matices y
bien aplicada puede ser beneficiosa, pero todo es discutible, y de estos temas
hablaré otro día.
Es cierto que los cerca de cien mil millones de euros que
propone de subida Podemos en el gasto público parecen exagerados. Hay que ver
las cuentas con lupa. Pero el Estado del Bienestar tiene un coste y cada vez
mayor. Quien diga que va a mejorarlo reduciendo presupuesto miente. Y miente
porque converger con la UE de los 15 requiere un incremento del gasto social, y
es bueno poner este debate encima de la mesa para no llevarnos a engaño. Cómo
se va a financiar, cómo eliminar gastos innecesarios y mejorar la eficiencia es
otra cosa. Además, no olvidemos que la ortodoxia presupuestaria es un corsé muy
difícil de desatar y que cuando se promete bajar impuestos y subir el gasto hay que dudar.
Creo que el problema de Pedro Sánchez no ha sido su intento
de negociar con Ciudadanos a toda prisa. Como comenta en un artículo Ignacio
Escolar, ha sido más bien la parafernalia mediática con la que ha querido
adornar su pacto con la formación
naranja lo que no ha calado. No entiendo eso de que firmo un acuerdo con Rivera
y luego los demás tienen que sumarse. Además, el acuerdo es tan amplio que deja
poco margen para cambiarlo. Si se
hubiera llegado a unos mínimos con IU y Compromís, Podemos estaría más
debilitado y obligado aunque fuera a abstenerte y, si no, seguramente tendría
problemas en las urnas. Sánchez no ha aprovechado las discrepancia dentro de
las otras fuerzas de la izquierda para forzar a Iglesias en lo que, a mi
entender, ha sido un error estratégico. No creo que Ciudadanos se alejara mucho
de unas líneas generales programáticas aprobada por la izquierda (al margen
cuestiones como el referéndum), ¿Por qué
digo esto? Pues por la razón de que Ciudadanos no está nada interesado en que
se repitan elecciones. . Está mal apoyarse en los nacionalistas catalanes y
vascos como pretende Iglesias, pero, ¿sí en el Partido Popular como quiere Albert Rivera o, incluso, como propone Sánchez?
Podemos habla de acuerdos de progreso,
pero también partía de un necesario apoyo de, por ejemplo, CIU, que puede ser
tan de derechas como el PP aunque ahora están a favor de la independencia de
Cataluña.
Creo que las elecciones anticipadas se desarrollarían en un
escenario en el que las posiciones ideológicas están más determinadas. Ahora sí
se sabe por dónde tirará cada uno. Podemos intenta crecer comiéndole el espacio
al PSOE, lo cual es lógico, y éste
último intenta acercarse a Ciudadanos para intentar dar una imagen de moderado
en busca del voto de “centro”. Entre medias, un debate bronco entre Pablo
Iglesias y líderes del PSOE. Pero, claro, que nadie dude de que estamos en
campaña electoral y en esta época se dicen
muchas cosas para contentar a los hooligans.
Hace nada parecía que, en opinión de Pedro Sánchez, Rivera era el delegado del Partido Popular y
ahora es un progresista de pro. No pasa nada, la política es así.
Que Podemos se centre en un reparto de sillones viene dentro
de la lógica del poder; que nadie se escandalice a estas alturas con todo lo
que llevamos visto. La formación morada nació con voluntad de poder. Lo que la
diferenciaba sustancialmente de IU no era una cuestión de programa, sino de
estrategia para ganar. Si quieres que se cumpla un programa, la mejor forma es
estar dentro del gobierno. Otra cosa es la ansiedad, el espectáculo que rodea
todo lo que intentan hacer los de Pablo Iglesias en esa obsesión constante de
ser noticia para que los medios no paren de hablar de ellos. Les ha funcionado,
pero puede haber un momento en que se canse la gente.
Considero que provocar otras elecciones puede desengañar al
votante medio de las izquierdas, cansado de tanta historia y con ganas de
cambio. ¿Qué pasa si el PP recupera voto perdido? ¿Y si se acerca aún más a la
mayoría absoluta con el apoyo de Ciudadanos? Pues que nos acordaremos del
escenario actual. El fiscal Villarejo ha criticado a Podemos por no abstenerse
en la investidura de Sánchez. Parece que la experiencia nos recuerda que, muchas
veces, las segundas partes no son tan buenas. Lo que realmente debilitaría a un
PP asolado por casos de corrupción y liderado por un Rajoy en horas bajas es
que pase un tiempecito en la oposición
dedicado a renovarse. Ya veremos lo que ocurre.
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