Que nuestra deuda pública supere el 100% del PIB y que no hayamos cumplido con los compromisos de déficit en
Europa nos plantea un reto, y no sólo porque vayamos a ir a unas terceras
elecciones nada más y nada menos que el 25 de diciembre. La situación es más
complicada. En mi opinión, el panorama al que nos enfrentamos es el
siguiente:
- 1. Rajoy quiere un cheque en blanco para su investidura, amenazando con que el resto de partidos, sobre todo el PSOE, quieren bloquear la situación. El bloqueo llevaría a unas terceras elecciones. Pero, ¿qué haya gobierno nos salvaría de una legislatura convulsa? No. Por eso hay que analizar el segundo escenario.
- 2. Si Ciudadanos da su apoyo al PP y el PSOE se abstiene (lo veo complicado), lo difícil será negociar los presupuestos. Vamos ahora a la introducción de este artículo: la deuda y el déficit. Los nuevos presupuestos deberán recoger severos recortes -y subida de impuestos, no nos olvidemos- casi con toda probabilidad. ¿Quién es el guapo que quiere asumir este desgaste político? Pues nadie. La lógica de Rajoy será intentar acercar a Ciudadanos y al PSOE a sus posturas diciendo que debemos cumplir con nuestros compromisos europeos y así mostrarse ante la ciudadanía como el defensor de la única postura sensata si queremos seguir dentro de la UE. Pero si se ponen los tres de acuerdo, ¿no será un empujón para otros partidos, como Unidos Podemos, que ahora mismo está de capa caída? Si hubiera de nuevo elecciones, el partido de Pablo Iglesias, tal y como se empieza a vislumbrar en las encuestas, bajaría en apoyo, por lo que si los partidos se mueven por su propio interés, volver a votar en breve sería una posibilidad factible.
O vamos a terceras elecciones o,
en cuanto no se puedan negociar unos presupuestos, volveremos más temprano que
tarde a las urnas. Esto es así y no veo muchas posibilidades de cambio de escenario.
Las organizaciones políticas no están muy por la labor de gobernar sin mayorías
suficientes y llegar a acuerdos se les está atragantando. De todas formas, me
parece que toda la negociación actual entre Ciudadanos y el PP posee demasiadas
lagunas. ¿Realmente se va a cambiar la ley electoral? ¿Un partido como el PP, queestá imputado, va a aceptar que cualquier político investigado tenga que irse a
casa? Es cierto que la política es negociar, pero todo está por ver. En fin, se
pueden firmar mil pactos anticorrupción y seguir apareciendo en los papeles de
Bárcenas. Aunque la presunción de inocencia es sagrada.
El “no” del PSOE tiene su lógica.
Como decía, aunque Rajoy sea investido, la imposibilidad de negociar los
presupuestos nos llevaría de nuevo a las urnas. ¿Cómo puede vender entonces
Sánchez su abstención? Como el dilema del prisionero. Todas las opciones tienen
su riesgo para los socialistas, no tanto para el PP, al que le da igual quién
le dé el apoyo (como si son los nacionalistas independentistas) o volver a
votar, puesto que seguirá manteniendo, por ahora, un respaldo firme de sus
electores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario