Fuente: eldiario.es |
Los políticos -no quiero
generalizar, pero no tengo espacio para excepciones- juegan al aburrimiento;
sí, sobre todo los que no tienen prisa por salir del poder. La más que posible
investidura fallida de Rajoy obliga al PSOE a replantearse muchas cosas. Lo que
ocurre es que el PSOE está inmerso en un panorama lleno de noes: no a los
nacionalistas, no a la abstención para que gobierne el PP y no a Unidos Podemos.
Si Sánchez se abstiene, en cuanto vayamos a elecciones, fruto de la
imposibilidad de aprobar unos presupuestos, el palo será monumental. Entonces
sólo quedan un par de opciones para los socialistas: o bucear para formar gobierno
o apretar dientes para unas elecciones en diciembre. También será complicado
que un Pedro Sánchez que pactó con Ciudadanos se ponga de acuerdo ahora con
ellos para intentar otra investidura –así como repetir el anterior documento de
acuerdo- y obligar a Iglesias a la abstención, aunque este panorama sería un
poco caótico, porque ya se intentó y no se pudo. Pero todo está por ver.
Unidos Podemos va de mal en peor
en las encuestas y debe reaccionar de forma inteligente; ya fue un error forzar
la segundas elecciones. A veces el partido de Iglesias me recuerda a la crisis
de las empresas punto com. Su
organización se ha visto beneficiada por un crecimiento meteórico debido a la
necesidad de cambio en un país en crisis, contando, eso sí, con una estrategia electoral innovadora. Pero
ahora parece que todo va cuesta abajo y veremos un más que probable batacazo. O
quizás me equivoque y consiga canalizar aún más el descontento.
Al Partido Popular jugar al
aburrimiento no le sale mal. Incluso Ciudadanos ha criticado la falta de fe de Rajoy en su discurso de investidura,
sin apelación al resto de partidos para que lo apoyen. Si volvemos a las
elecciones, la campaña empezará de nuevo: todos son irresponsables -menos
algunos- y el radicalismo está a la vuelta de la esquina. A mi entender, tanto
Ciudadanos como Unidos Podemos serían los principales perjudicados en caso de volver
a las urnas antes de que termine este año. De ahí que Rivera intente todo lo
posible, incluso pactar con el antes denostado Rajoy, para que no se repitan
comicios a sabiendas de que la legislatura será complicada y que, debido a
nuestro déficit y compromisos con Bruselas, muchas de las medidas pactadas se
quedarán en nada (otros me dirán que por lo menos lo ha intentado, pero claro,
intentarlo y no cumplir también es peligroso).
Quizás se busque eso, aburrir al
personal para que todo vuelva a su cauce: un bipartidismo PSOE-PP reforzado y
unos partidos emergentes tocados que estén obligados a ejercer de bisagras sin pedir
mucho a cambio. Porque los fieles son más difíciles de aburrir; los que siempre
apoyan y votan lo mismo pase lo que pase, sin cuestionarse lo que hacen los
suyos, pero rajando todo el día de lo
que hace el contrario o simplemente criticando la corrupción del adversario, justificando
la propia y cosas por el estilo.
Por otro lado, la gente con ganas
de cambio puede perder la paciencia y esto se verá con toda seguridad en las
elecciones traducido en un incremento de la abstención. Sólo nos salvará de
unas nuevas selecciones el apoyo de los nacionalistas al PP, que no sería
extraño pero sí improbable.
Nunca se sabe lo que pasará,
porque la política es el juego para conquistar el poder y éste, como dijo
Maquiavelo, no tiene moral.
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