La impunidad con la que muchos usuarios difaman en Internet
siempre ha preocupado. No obstante, el hecho de que las noticias falsas sean
capaces de quitar y poner gobiernos parece preocupar todavía más. Es el poder
de la viralidad incontrolada en Internet: cuando
la bola de nieve se hace demasiado grande, nadie sabe quién puede pararla.
Enrique Dans se hacía eco en uno de sus artículos del hecho
de que, según un estudio de la Universidad de Stanford, la gran mayoría de los
estudiantes universitarios no sabe discernir cuándo una noticia es falsa,
patrocinada o verdadera. Esto supone que puedes ser un nativo digital a la hora
de manejar un smartphone, pero un
total analfabeto a la hora de analizar críticamente lo que te están echando a
la cara. Es como abrir la boca y que te metan un embudo para luego llenarte la garganta
de información tóxica. Cuando te das cuenta, estás empachado.
Como bien dice Dans, dejar la educación sobre la red en manos
de la propia red, muy en la estrategia de Homer Simpson, no hace sino empeorar
la situación. No, los chavales no son nativos digitales, y los padres se tienen
que preocupar de lo que hacen sus hijos con la tecnología. No pueden plantarles
un móvil de pequeños para que se callen y luego pretender que te haga caso y
que deje de enviar whatsapps.
Por otro lado, como comentaba al principio, las noticias
falsas en la red suponen un problema político: puede hacer que la gente vote en
función de una quimera y que luego
vengan las lamentaciones. Es curioso cómo las redes sociales auparon al primer
presidente negro de la historia de EEUU, Barack Obama, pero también han servido
para difundir un mensaje muy discutible que ha favorecido a Trump. Internet es
así: un espacio que canaliza la información que vamos depositando y que, si no
sabemos gestionar y filtrar, plantea muchos retos. No olvidemos que es más
fácil trasmitir odio en la red que mensajes de solidaridad.
Se nos presenta un problema de convivencia. Que se pueda
insultar y difundir odio en la red impunemente ha terminado por llevar a Twittera la situación de tener que implementar –o, por lo menos, lo está planificando-
medidas contra el acoso. Ya era hora. No
se debe tolerar que, bajo el paraguas de la libertad de expresión, se
despelleje a la gente por el mero hecho de ser diferente, algo famoso,
extranjero o que tenga un pensamiento distinto al nuestro.
La culpa no es de las redes sociales. La culpa es de unos
determinados valores que se impregnan en la mente de cada uno y que, junto con la
frustración, le lleva a vomitar todo lo que se le pasa por la cabeza a través
de un tweet.
Esta tecnología nos viene grande. En los ultimos años ha evolucionado tan rápido, que no hemos tenido tiempo de adaptarnos (ni a nivel social, cultural, político ni legal. Y muchísimo menos a nivel biológico). Es necesario formar a la población en capacidad crítica lo primero, y luego adoptar medidas de buenas maneras en la red (algo que echo muy en falta: a nivel de comentar, sin la presencia del.lenguaje no verbal-que da lugar a multitud de malentendidos.en whatsapp, twitter, facebook-, a nivel de videoconferencias, etc. Tampoco es normal que campen a sus anchas empresas que se dedican a timar y engañar impunemente la gente, a irrumpir en su privacidad. Tenemos un largo camino que andar, y vamos a un paso muuuuy lento.
ResponderEliminarUn saludo!
Gracias, Pepe!
Eliminar