martes, 18 de julio de 2017

Formación: no se trata de títulos, sino de adquirir competencias


Leo en la prensa que se facilita, incluso suspendiendo alguna asignatura (pueden ser dos, que no sean Lengua  Y Matemáticas), que el alumno obtenga el título de la ESO. No se trata de ayudar a través de refuerzos, es más fácil bajar el nivel para que todos consigan un título que, a la postre, es claramente insuficiente para insertarse en un mercado laboral cada vez más exigente. Es posible que mucha gente a la que prácticamente se le ha regalado la ESO se lleve un chasco cuando quiera cursar otros estudios superiores. ¿Solución? Quizás deberíamos seguir bajando el nivel constantemente. Total, todo está en Internet.

No pretendo criticar medidas exactas de LOMCE, sino el concepto, muy español, de que lo importante es tener el título.

Si en España nos ofrecieran  regalarnos el título universitario o, por ejemplo, el título de inglés B2, muchos verían una oportunidad de oro. En mi caso, vería una trampa mortal. No se trata de títulos, se trata de adquirir unas competencias específicas que nos permitan desarrollar una carrera profesional. Seguimos enrocados en un mundo totalmente desfasado: el que prima la “titulitis”. Si no trabajas, está bien que estudies; incluso trabajando hay que seguir formándose. Pero lo que no podemos hacer es ir sumando “diplomas” sin pensar si nos valdrán.

Estoy algo cansado de ver cómo muchos, yo he estado entre ellos, acumulamos cursos y certificados a tontas y a locas. Antes de formarnos en cualquier academia, instituto o universidad, hemos de preguntarnos por la calidad de esa enseñanza. ¿Va a servirme? ¿Qué aprenderé realmente? Si se baja el nivel constantemente, perdemos todos, que nadie se engañe. Y es que la igualdad de oportunidades es facilitar, mediante becas, apoyo escolar y acceso al conocimiento, que la gente pueda formarse en materias que le servirán en su día a día, tanto como ciudadanos o como profesionales. Pero las cosas cuestan esfuerzo y, como decía, es más barato regalar títulos, lo cual es demasiado cortoplacista, porque luego nos encontramos con un porcentaje enorme de la población, sobre todo desempleados, con poca cualificación.  

En un país con el nivel de desempleo que tenemos, la formación es clave. Pero una formación de calidad con una exigencia bidireccional: exigencia al alumno de que se ponga las pilas y rinda, y exigencia a las instituciones para que fomenten una formación de calidad y adecuada para la inserción laboral. Está muy bien reivindicar derechos, pero también hay que tener deberes y obligaciones para con programas que valen una pasta.


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