Black Mirror es una serie que me encanta y muchos son los capítulos
que te dejan pensando y que fácilmente podrían ser usados en cualquier cine
fórum que se precie. No obstante, hoy me gustaría hablar de “Caída en Picado”. Iré
analizando más capítulos próximamente, porque el debate que suscita esa serie
me parece muy útil de cara a analizar la sociedad tecnológica en la que vivimos.
Existe un mundo futurista en el
que todos están obsesionados con conseguir una buena puntuación en las redes
sociales. No, no es en Instagram,
pero se parece. La nota máxima es cinco estrellas y a partir de 4,5 eres,
digamos, un fenómeno. Mejores trabajos, descuentos a la hora de comprar un piso,
invitaciones por doquier a todo tipo de celebraciones, prioridad a la hora de recibir
un tratamiento médico importante… En fin, que te conviertes en parte de la
aristocracia social del momento. Las
puntuaciones dependen de muchas cosas: caer simpático, ser un buen profesional
o simplemente que la foto de tu pastelito junto con tu café les guste a
aquellas personas que no tienen otra cosa que hacer que ver pastelitos y
cafelitos a través de su móvil. Por otro
lado, caer por debajo de cuatro -de tres, ya no digamos- te condena al
ostracismo; eres una persona poco de fiar, un delincuente aunque seas honrado y
cumplas con la ley, un marginado, un apestoso individuo del que todo el mundo
quiere huir. Las puntuaciones negativas no solo son producto de que no lo hagas
bien, simplemente caes antipático en ese momento y una cosa lleva a la otra.
Cuando te das cuenta, estás outside.
En este universo en el que todos
se puntúan, las risas falsas, las sobreactuaciones, la obsesión por caer bien
llegan hasta límites que rozan lo absurdo. La protagonista, en su empeño por triunfar, llega a convertirse en una
auténtica paranoica. Todo se circunscribe a obtener esa ansiada puntuación y la
pérdida de contacto con la realidad la hace más y más susceptible ante
cualquier adversidad de camino a su ansiado objetivo: tener más de 4,5 puntos.
Me gusta mucho este episodio
porque lo veo muy cercano. Toda esa gente colgando constantemente fotografías
de cualquier chorrada con tal de encontrar miles de likes, persiguiendo los “me gusta” como si de un adicto a la droga
en busca de su dosis se tratara. Pero, realmente, ¿son felices y lo comparten o
solo son “felices” si demuestran que lo son? ¿Es más importante ser feliz o
parecerlo? Sí, estamos ante un trabalenguas, pero a veces da la sensación de
que de lo que se trata es de generar envidia y de estar constantemente compartiendo
un contenido de tipo personal no vaya a ser que alguien se olvide de que
existimos. Se intenta proyectar una imagen que seguramente no es la real, construyendo
dos vidas: la ordinaria, del trabajo, comer, dormir y afrontar las penalidades
de la vida; y, por otra parte, ese intento constante de buscar el
reconocimiento efímero en las redes simplemente por colgar imágenes de nosotros
mismos.
Pero lo peor de esto es que este
capítulo se está tornando más real de lo que puede parecer. En China ya existe
una aplicación que genera distintas puntuaciones. Según podemos leer en laprensa, “el gigante asiático está
probando un sistema para medir la buena ciudadanía de sus millones de
habitantes. Amparado bajo el paraguas de experimento social (sí, como Gran
Hermano), la aplicación Zhima Credit utilizará el
Big Data de los ciudadanos para otorgar a cada uno un rating de crédito que
iría del 350 al 950.
“Por ejemplo, quienes tengan mayor puntuación, no necesitarán dejar
depósito en hoteles, puntos de alquiler de vehículos u otros servicios
similares. Al ser buenos ciudadanos, se les presupone un civismo que
perderán si no cumplen.
Todo lo contrario le pasará a quienes tengan una puntuación baja. No
sólo tendrán que pagar más depósitos, sino que se quedarán sin servicio en caso
de no haber suficiente servicio para todos.”
¿Habéis visto este capítulo? ¿Cuál
es vuestra opinión? ¿Os perece correcto el experimento chino?
El episodio es buenísimo. Mucha gente busca desesperadamente la aprobación de los demás en forma de "like", viviendo para eso y siendo el móvil y las redes sociales sus principales entretenimientos. Pese a perder por completo la intimidad y dejar la autoestima en manos de los demás. Creo que es una herramienta de control terriblemente poderosa; y si consiguen aislarnos de los demás, rompiendo la familia tradicional, enemistando a hombres contra mujeres y dejando nuestra vida en manos de empresas tecnológicas, lo llevamos muy, pero que muy crudo. Un saludo, Héctor!
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo, Pepe. Un saludo!
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