Hace bastante tiempo escribí un artículo sobre la importancia del trabajador hiperconectado. Un profesional, en una sociedad
tecnológica como en la que vivimos, es, ante todo, un recopilador de
información; una persona que sabe moverse y gestionar fuentes de datos sobre su
sector de tal forma que, en el momento adecuado, es capaz no solo de generar un
buen análisis, sino de conocer perfectamente el medio en el que se mueve:
empresas, referentes profesionales, libros, revistas, webs especializadas,
blogs… Cuánto más sepas de tu sector, mejor.
Teniendo en cuenta la reflexión anterior os planteo otra,
para luego conectar ambas. Cuando uno se acaba de quedar desempleado, en un
primer momento piensa que rápidamente le llegará el trabajo. No quiere
comprometerse mucho, ni con formación, ni con nada. Nos ha pasado a muchos: “seguro
que me sale algo”. Luego, cuando pasan los meses y ves que sigues igual, lo
mismo decides cursar algún curso corto porque, si son muchas horas, quizá
tengas que dejarlo para trabajar. A partir de los seis meses o un año empiezas
a pensar que nadie te va a llamar, a pesar de tu búsqueda, pero tampoco quieres
reciclarte en exceso porque, si consideras que tienes mucha formación, no lo
verás necesario. Es la pescadilla que se muerde la cola.
Nos tenemos que grabar a fuego lo siguiente: un profesional hiperconectado debe estar
siempre reciclándose. Su proyecto debe ser permanente, independientemente
de que un día trabaje en una empresa, sea autónomo o esté desempleado. Este
camino es básico, porque te permite mantener un ritmo, unos objetivos y una
energía que de otra forma perderías al primer revés. En mi caso particular,
darme cuenta de esto me llevó dos años en desempleo. Siempre tenía la idea de
que, más pronto que tarde, me llegaría algo, porque no paraba de buscar,
promover ideas e involucrarme en proyectos. Hasta que un día decidí reciclarme
radicalmente invirtiendo el tiempo que tuviera que dedicar, porque el coste del
desempleo ya lo tenía asumido. Decidí enfrentarme al doctorado pero,
previamente, tuve que hacer un máster.
El máster me permitió reciclarme y, una vez terminé, tuve la
suerte de empezar dando algunos cursos y
luego encontré un trabajo que todavía desarrollo en una organización a la que
llegué precisamente gracias a ese máster. Aunque ahora están muy cuestionados los
másteres (escribí sobre esto la semana pasada), las prácticas de empresa y la
posibilidad de realizar trabajos por cada asignaturas me abrieron un abanico de
posibilidades muy interesantes.
Si no hubiera
decidido cambiar y cortar por lo sano, siguiendo mi camino pero planteándome en
qué fallaba, seguiría desempleado y amargado, culpando de mis problemas a todo
el mundo. Pero no puedo relajarme, porque en cualquier momento me puedo volver
a quedar en desempleo. Por tanto, no debo abandonar esos proyectos: ni el
doctorado, ni los blogs, ni el reciclaje en otros ámbitos de mi interés profesional.
Cuesta, hay que echar fines de semana, pero es la única herramienta para poder
fortalecer tu perfil aún más.
Si te reflejas en este artículo, quizá sea hora de replantearte de forma a radical tu
perfil profesional. Un ciclo de formación profesional, un máster (analiza bien
en qué universidad lo haces, quiénes son sus profesores y la trayectoria de
éste)… En fin, dos años parece muy largos, pero al terminar serás otra persona
con mayor valor añadido y estarás mejor posicionado que antes. Además, a través
de Internet también hay mucha formación gratuita que puede ayudarte a despejar
dudas y aclarar ideas sobre tu futuro laboral. Hay unas frases del Tao - las dejo sin ánimo
de considerarme un iluminado- que siempre me han parecido entre enigmáticas y seductoras:
“El camino claro
parece oscuro.
El camino progresivo
parece regresivo.
El camino suave
parece abrupto.”
A veces el ánimo de inmediatez nos ofusca. Como siempre digo en la búsqueda de empleo,
en ocasiones los árboles no nos dejan ver el bosque.
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