jueves, 13 de septiembre de 2018

Trabajo y tecnología: ¿polarización social?


El debate sobre si la tecnología destruye o crea empleo es bastante antiguo, pero sigue siendo importante. Si el cambio tecnológico actual, imbuidos como estamos dentro de la sociedad red, no es capaz de crear más oportunidades laborales de las que la destruye, nos dirigiremos hacia sociedades cada vez más polarizadas y desiguales. Pero también tenemos un problema si el empleo que se crea es de bajo salario y poco estable, porque tampoco garantizará unas condiciones mínimas de emancipación. Ambos aspectos, desempleo y precariedad, son problemas que debemos abordar de forma urgente. 

Un artículo reciente en el blog “Nada es gratis” analiza el impacto de la tecnología en el mercado de trabajo español y apunta hacia la destrucción de empleo considerado de “clase media”. Este hecho  incrementaría la brecha entre empleos bien remunerados y cualificados y los que no lo son. 

Tradicionalmente se ha creído que el avance tecnológico aumenta la demanda de trabajo cualificado sobre el no cualificado. Sin embargo, según nos relata el artículo citado, parece que no es del todo así: 

“El mercado de trabajo ha experimentado un cambio espectacular con el devenir tecnológico. En España, así como en la mayoría de los países de nuestro entorno, se ha encontrado evidencia de que muchos puestos de trabajo, aquellos más rutinarios, han sido sustituidos, al menos parcialmente, por “máquinas”, mientras que otros están siendo cada vez más demandados. Entre los últimos se encuentran tanto empleos poco cualificados, aunque ligados a la atención personalizada (lo que les hace difícilmente sustituibles por máquinas), como empleos que requieren el uso de capacidades cognitivas (que exigen una alta cualificación). Es el llamado proceso de polarización del empleo.”

Es cierto que la precariedad laboral, que no es otra cosa que sumar temporalidad y bajos salarios, es una constante en nuestro mercado de trabajo. Además, parece que el trabajo cualificado y bien remunerado no se crea en la cantidad suficiente como para cubrir la demanda y, aunque así fuera, tenemos otro problema: necesitamos políticas de formación y recualificación más ambiciosas. Una persona sin estudios no se hace ingeniero informático en los dos años como máximo que dura la prestación  por desempleo (suponiendo que cotizara lo suficiente para acceder a ella).

Si la tecnología supera al humano haciendo un trabajo y lo desempeña de forma más rentable, este último será sustituido. Por mucho que se intente parar, la automatización es algo inexorable. Quizá si, en vez de discutir tanto sobre identidades personales y nacionales, sexuales y espirituales, nos centráramos en este gran reto, podríamos ir sacando conclusiones e ideas que podrían mejorar la calidad de vida de las personas. 

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