Llevo todas las navidades experimentando con Instagram (buceando
en todas las opciones o, por lo menos, muchas de las que ofrece) para ver las posibilidades
que esta juvenil red social puede ofrecerme como profesional y persona a la que
le gusta el mundo audiovisual. Quizás llego tarde, pero me he puesto al día lo más rápido posible en
el poco tiempo que tenía.
Instagram tiene otro
tipo de códigos y formas distintos a Facebook y Twitter. La imagen es la reina.
Incluso los enlaces son difíciles de añadir, por lo que tendría dificultades
para pasar aquí buena parte del contenido que comparto en redes. Primero está
la foto o el vídeo y en la descripción, muy pequeñito, está lo demás (a no ser que
editemos o, en el caso de las historias,
tuneemos más el contenido, como veremos más adelante).
No obstante, tiene una serie de posibilidades que no me interesa esquivar.
- Instagram es fácil de usar. Si queremos subir o hacernos una foto no tiene grandes complicaciones, así como añadir unos cuantos filtros y editarla con algunas de las herramientas que se facilitan. Lo que no he podido hacer es añadir texto a una foto desde Instagram, para ello utilizo o bien el editor de imágenes del móvil o Snaapseed, otro editor que estoy utilizando que me ofrece opciones más que aceptables.
- Puedes subir vídeos de un minuto, a los cuales puedes también añadir algún que otro filtro, pero tampoco te permite añadir textos. Eso sí, se puede controlar la duración y cortar el vídeo para que se suba lo que se quiera.
- Las historias. Aquí es donde se nos puede ir la cabeza. Miles de opciones (también las tenemos en Facebook) de fotos, filtros, textos, animaciones, vídeos en directo, emojis, música y un largo etcétera de posibilidades para un contenido que dura poco más de 20 segundos. En mi caso, soy fan de ellas; incluso se pueden encadenar varias si lo que se quiere contar no cabe en la duración de una simple historia. Desde mi punto de vista, buscar la creatividad y la experimentación puede permitirnos aprender mucho de la creación audiovisual. Dichas creaciones pueden influir en otros campos del marketing orientado a nosotros mismos, como puede ser un vídeo currículum o, simplemente, la promoción de nuestros servicios o de un producto concreto.
Y nada más y nada menos. Mucho más sencillo que Facebook,
cuyos niveles de complejidad requieren cada vez más tiempo para sacarle todo el
provecho; y también lejos del ruido de Twitter, cuyos contenidos se disparan
como balas en una película de Sergio Leone. En muchos ámbitos, Instagram, sobre
todo para los más jóvenes, es la red social que más crece en popularidad.
Como os decía, en mi caso, utilizaré Instagram para el
ámbito cultural y la experimentación, desligándola de los contenidos propios de
“Politólogo en red” y acercándola más a los de mi blog cultural https://palabrasdesdeelsotano.blogspot.com/
.
A la hora de seguir a gente,
opto por perfiles conocidos por mí y creadores audiovisuales que me puedan
ayudar a ir aprendiendo nuevas narrativas y formas de expresión. En resumidas
cuentas, por ahora Instagram es una red social que voy a utilizar para el ocio,
como creo que la mayoría de los que la usan. Aunque si tenéis una empresa, también
se puede crear una cuenta de empresa con unas características que todavía no me
ha dado tiempo a comprobar.
Lo dicho, me podréis
encontrar en @hectorjerezl.
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