El ensayo Poder y contrapoder en la era
global, escrito por el sociólogo Ulrich Beck, plantea -por lo menos a mí me
lo ha sugerido- un elenco de cuestiones a las que debemos hacer frente. En un
mundo globalizado con grandes problemas medioambientales, de violaciones de
derechos humanos, de desempleo y de pobreza, las soluciones, aunque creamos que
debe tomarlas cada país por separado, exigen un planteamiento amplio. Frente a la
globalización del capital se debe contraponer la globalización de la lucha y de
las medidas.
Beck nos dice que hay que ir más allá del Nacionalismo
Metodológico. Ésta última forma
de pensar se traduce en movernos todavía
en criterios de etnicidad, nación, fronteras nacionales o proteccionismo. A
esta mirada transnacional, la que se supone que debe superar al nacionalismo
metodológico, se la llamará visión cosmopolita. ¿Por qué esta
visión? El autor nos da algunas pautas:
- Hoy en día, a diferencia de las invasiones militares y coloniales, el capital no amenaza con quedarse o llegar, amenaza con irse o no llegar, o sea, con no-hacer. Mientras existan paraísos fiscales y países que bajan las condiciones salariales de los trabajadores para competir con otros, se ve muy difícil mitigar y eliminar las consecuencias negativas de la globalización.
- El neoliberalismo, que necesita del estado para mantenerse, ha impuesto una visión de la pobreza muy supeditada a lo que cada país haga dentro de sus fronteras. Utilizando al FMI y otras instituciones, se imponen condiciones pésimas a la economía de muchas naciones, amenazando con no prestar dinero. De nuevo, el capital amenaza con no actuar y utiliza organizaciones internacionales.
- En cuestiones medioambientales y de derechos humanos, además de otros elementos de riesgo para la ciudadanía, ¿no deberían ponerse los estados de acuerdo?, ¿no deberían cooperar?
El poder global ha cambiado, como bien dice
Beck. Los estados tienen raíces y el capital, alas. Paulatinamente, el capital
globalizado es un ente transnacional sin patria; no sabemos quiénes son los
accionistas, quiénes toman decisiones, por dónde se mueven.
Frente a esto, es decir, como contrapoder al
neoliberalismo y al capital globalizado, quizás existan varias opciones
estratégicas por articular. Por un lado, el poder del consumidor político: si
te niegas a consumir determinados artículos, el capital se resiente. Está claro
que no votamos a los dirigentes de las corporaciones, pero si no se compran sus
productos, la información está clara. Por otro lado, estaría el poder de los
estados de llegar a acuerdos, creando organizaciones internacionales que
funcionen de forma transnacional, al igual que muchas ONG.
Ulrich Beck establece nítidamente que la
triada liberalización, privatización y desregulación, aupada por el
neoliberalismo, lleva a una competencia entre estados que conlleva a: deterioro
medioambiental, desempleo, pobreza, desigualdades y dificultades de financiar
el bien común debido a la volatilidad del capital.
Aunque la salida que se plantea, a priori, sea la del proteccionismo, el
sociólogo alemán mantiene que esa mirada está anticuada. Ante problemas que son
globales, hay que establecer salidas globales.
En cuanto a los riesgos y peligros de la globalización -entre los que el
terrorismo global se encuentra en el debate delos medios con bastante
frecuencia-, el autor comenta que el mundo de hoy no tiene que haberse convertido necesariamente
en un lugar más peligroso (pág. 157).
Cito textualmente: “Más bien es la pérdida de confianza sistemática lo
que hace ver a los consumidores <<riesgos>> por todas partes. A
menos confianza, más riesgos. Cuanto mayor sea la conciencia del riesgo, más
lábiles los mercados mundiales. Cuanto más lábiles los mercados mundiales, más
grande el efecto bumerán de los riesgos sobre todos (incluido los consorcios y
los gobiernos)”.
Está claro, tal y como expuse aquí cuando
hablé de la obra de Zygmunt Bauman,
que la velocidad a la que cambia todo genera vértigo, y es posible que este
vértigo incremente la sensación de riesgo.
Para ir concluyendo, el capital utiliza una
serie de estrategias para fortalecerse.
Voy a resumir algunas de las que expone Beck. Primero: busca la autarquía,
esto es, negar o minimizar la importancia del estado y la política. Segundo:
busca usurpar. Si el capital se
organiza en consorcios que controlan en forma de monopolios o cuasi monopolios
sectores importantes de la economía, el poder de coacción al poder político es
enorme. Tercero: amenaza con irse o del
país o no llegar (como hemos comentado antes). Y cuarto: el concepto de soberanía económica, que no es otra
cosa que el convencimiento de que el mercado funciona mejor solo, dogma establecido
desde hace tiempo en nuestra cultura cotidiana.
Para implementar todas las estrategias
esquematizadas anteriormente, el capital necesita una legitimación frente a la población. Sin duda, necesita de la
política. Negar y necesitar la política, abjurar del estado pero apoyarse en
él, son características muy comunes del capital neoliberal que se concentra en
las grandes corporaciones. Hacerle frente será una dura tarea.
Ficha del libro:
Título: Poder y contrapoder en la era global. Nueva economía política mundial.
Autor: Ulrich beck
Editorial: Paidós Estado y Sociedad 124
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