Parece ser que el último sondeo del CIS viene a dibujar un panorama político con una tensión más propia de una carrera de fórmula 1 que de unas elecciones. También es cierto que nos jugamos más en la política que en las curvas de un circuito, en el estadio de fútbol o en otro tipo de evento deportivo, pero eso ya es tema para otro debate. Veamos algunos datos:
Podemos se sitúa como segunda fuerza política en intención de voto, con
un 23,9% de apoyo. En primer lugar se
ubica el Partido Popular, con el 27,3%. Como tercero en discordia, un PSOE que
pierde fuelle para colocarse en el tercer puesto acumulando una intención de
voto del 22,3%.
Si nos fijamos en el voto directo o, lo que es lo mismo,
elegir aquello que es lo primero que se me pasa por la cabeza, el panorama
quedaría así:
Primera fuerza:
Podemos con un 19,3%.
Segunda fuerza:
Partido Popular con un 12,9%.
Tercera fuerza: PSOE
con un 12,4%.
Si el auge de Podemos ya es algo que las encuestas ratifican
constantemente, la pérdida de voto del PSOE también, lo que puede suponer el
abandono de ese componente de voto útil que solían tener los socialistas. No
podemos obviar, además, lo lejos que están quedando fuerzas como IU, bastante
tocada por el auge de la organización liderada por Pablo Iglesias -además de
sus propias contradicciones internas y su falta de conexión con las nuevas
coyunturas sociopolíticas-. Tampoco podemos soslayar que el gobierno en
Andalucía ha supuesto cierto coste para IU, en un contexto en el que lo que
crece es la distancia entre el bipartidismo tradicional (PSOE-PP) y capas cada
vez más amplias de la ciudadanía. A todo lo anterior se le suma la crisis vivida en Madrid, donde Tania Sánchez abandonala coalición de izquierdas para crear una nueva organización que confluya con
Podemos. Esto último deja a Albero Garzón, candidato a la presidencia del
gobierno, bastante debilitado de cara al exterior.Sigo comentando tras el gráfico
Aunque estemos muy entretenidos con estas encuestas, parece
que no afectarán a las elecciones municipales- en las que Podemos no se
presenta con marca propia- y, en el caso de las autonómicas, está por ver. En
Andalucía Susana Díaz lidera la batalla, por lo menos, en relación a los
sondeos, aunque, eso sí, sin mayoría absoluta para gobernar. Su estrategia de adelantar
las elecciones y así situarse mejor de cara a las nacionales -en caso de
obtener un buen resultado-, puede ser un acierto o un fracaso. Pero, ¿quién será, en caso de que se verifiquen las encuestas,
su socio de gobierno? Es en ese preciso momento cuando ese tablero de ajedrez
que caracteriza la política empieza a moverse. Todas las jugadas parecen
complicar más la situación, enfrentándonos, por tanto, al dilema del prisionero:
¿IU con PSOE?, ¿Podemos con PSOE?, ¿PSOE con PP?...
La victoria de Syriza parece haber dado alas a los aires renovadores
en España y Podemos está cogiendo impulso. Pero el poder suele ser muy pragmático
y veremos entonces si los buenos son tan geniales y pueden cumplir con su
programa, aunque viendo el panorama político europeo y español, a veces uno
termina siendo escéptico con casi todo. Lo más importante es evaluar las políticas
concretas y ver si mejora la calidad de vida de los ciudadanos o no. Grecia
casi no podía estar peor y España tiene graves problemas de paro y desigualdad
-junto con la corrupción y de la pérdida de credibilidad política-, que están pesando
mucho a la hora de pensarse el voto. Con
una clase media empobrecida en parte, los viejos discursos se derriten y
cualquier fenómeno nuevo y enérgico puede arrastrar votos de forma masiva.
Podemos tiene pinta de cumplir con este axioma, pero las elecciones y las
encuestas, en muchas ocasiones, no tienen por qué coincidir.
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