En España seguimos teniendo un problema grave con el
desempleo. El hecho de tener, según la última EPA, 4.779.500 personas en elparo, nos indica que todavía nuestro mercado laboral es sumamente ineficaz.
Según podemos leer en la prensa, la alta tasa de paro se materializa
en una competencia feroz por cada vacante. Unas 80 personas de media compiten
por cada puesto, elevándose la cifra a 100 si nos centramos en el sector
hostelero. Esta situación nos sitúa en
una paradoja: tener empleo es casi como si te tocara la lotería. Tener un buen
empleo, ni que digamos.
La elevada competencia que os comentaba hace que, por
consiguiente, las condiciones laborales se precaricen aún más. Al no poder
tener libertad para movernos dentro del mercado laboral por no tener adónde ir,
aceptamos cualquier cosa: ser becarios indefinidos, horas extras sin remunerar,
salarios excesivamente bajos… y así un largo etcétera. Las elevadas cifras de
paro siempre suponen un ejército de reserva esperando ser utilizado. Si nos nos
gustan las condiciones laborales, ahí hay una cola de gente esperando.
Como en todo, hay soluciones colectivas e individuales. Las
colectivas pueden ser implementadas por la política, que puede buscar opciones
eficientes de crear empleo y ayudar al mercado laboral a dinamizarse, amén de
buscar mejorar las condiciones laborales. Las individuales nos obligan a
replantearnos nuestra búsqueda de empleo, siendo conscientes de que tenemos que
intentar estar en la mente del contratador antes que nadie. Pero, claro, con
tantas personas haciendo lo mismo que nosotros, siempre se quedará alguien en
la cuneta. De ahí que sean importantes las acciones colectivas y las
individuales, la creación de empleo y la búsqueda eficiente, la mejora de la
economía y la construcción de un buen perfil profesional. Lo que ocurre es que
es más fácil cambiar uno mismo que intentar que cambie todo, y es por eso que
perdemos la perspectiva social de la vida.
Según el artículo citado, Madrid, Cataluña y Aragón tienen
los mercados laborales más eficientes. Por el contrario, Andalucía tiene uno de
los peores: peor tasa de paro, más pobreza, y más competencia por cada vacante
(en el caso de que salga alguna). Tras todo el escándalo de los ERE y loscursos de formación para desempleados, creo que en esta comunidad autónoma
debemos reflexionar muy profundamente sobre cuál es la dirección que seguimos, la imagen que damos y cómo
podemos intentar salir del agujero.
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