Es posible que los egos impidan a muchos ponerse de acuerdo.
También podemos llegar a un escenario en el que, buscando la ley del mínimo
esfuerzo, la gente rehúse colaborar con otros no vaya a ser “que le caiga más
trabajo”. Atendiendo al popular lema de “bastante tengo yo con lo mío”, nos situamos a la defensiva ante la posibilidad
de que algún compañero de trabajo tóxico intente eludir sus responsabilidades
colocando su trabajo a cualquier inocente. De todo hay en la fauna laboral.
Si nos ponemos más sociológicos-antropológicos, podríamos
decir que la envidia y el cainismo que ha caracterizado tradicionalmente a la
sociedad española se refleja en todos los ámbitos, incluido el laboral. No sólo
es nos falte capacidad de trabajo en equipo, según el
artículo; Si lo trasladamos a la sociedad
en sí, los valores individualistas e insolidarios también están muy
generalizados. Si no somos conscientes de que necesitamos a los demás, ya sea
en el trabajo o en nuestra vida común, para poder vivir en una sociedad
desarrollada, todo lo que nos queda es una guerra sin cuartel de todos contra
todos.
Lo miremos por donde lo miremos, la falta de colaboración
entre empleados es un problema. La innovación, el progreso de una organización
se basa en la cooperación de todas las personas que trabajan en ella. Los
reinos de taifas, muy generalizados en entidades y empresas grandes, sólo
llevan al desastre. La información debe fluir y los objetivos deben ser
compartidos por todos los empleados para poder
así remar en la misma dirección. Pero, claro, para eso se necesita crear un
clima especial en el que la motivación sea esencial y las ideas propuestas por el
personal tenidas en cuenta y no menospreciadas.
El artículo anteriormente citado extrae las conclusiones de
varios expertos. Uno de ellos habla de la importancia de dar responsabilidades
a los empleados, más que centrarnos en las tareas puras y duras de forma
individualizada e impuestas por un jefe: “Las
tareas desgastan las responsabilidades empoderan” afirma. Centrarnos tan sólo en obedecer y desarrollar el
trabajo de forma mecánica y repetitiva parece que no es la mejor opción, por lo
menos según los expertos, y creo que tienen toda la razón. Al día de hoy, y dada
la revolución tecnológica, son la creatividad y la gestión de la información
las que se están convirtiendo en los grandes activos de empresas y países. Aquellas
tareas mecánicas irán desapareciendo: la tecnología lo hace mejor, a menos
precio y más rápido.
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