viernes, 30 de septiembre de 2016

Guerra interna en el PSOE

Fuente: El diario.es
Dimisión en bloque de parte de la ejecutiva federal del PSOE. ¿Pasokización? ¿Ruptura en canal del partido? ¿Será peor la abstención que el pacto con Podemos?
Pedro Sánchez fue elegido en unas primarias. Su enconamiento a decir no a Rajoy, muy lógico, ha chocado con la realidad de ir hacia unas terceras elecciones o bien, una posibilidad viable pero remota, pactar con Podemos y con quien se quiera sumar (que sería o Ciudadanos o los independentistas). En política, muchas veces hay que elegir entre lo malo y lo peor, y parece que muchos dirigentes del PSOE prefieren abstenerse e ir hacia un escenario más controlable por ellos a un pacto con otras fuerzas políticas (nacionalistas o podemitas, se entiende). Pero claro, lo de Sánchez me parece un juego absurdo, pretender gobernar en minoría y llegar a acuerdos puntuales, con 85 diputados, lo veo muy complicado.  

Pedro Sánchez, en mi opinión, pretende aparecer como un líder que se enfrenta a los barones de su partido y al PP, emergiendo así, en unas posibles terceras elecciones, como un político que pide el voto útil de la izquierda. Un mártir, vamos. Por lo tanto, el que era candidato socialista ya da por hecho la idea de ir a nuevas elecciones, una posibilidad que me parece muy peligrosa, puesto que volver a votar -ahora mismo- sólo fortalecerá, aún más, al polo conservador. Otra cosa es el golpe de mano de los críticos. ¿Qué pretenden en realidad? Ya se verá.

Lo que está demostrando la pelea interna del PSOE es que las luchas de poder intestinas en los partidos son despiadadas. Pero, además, hay un problema ideológico y de falta de proyecto grave. Si se abstienen los socialistas y gobierna Rajoy, le hacen la campaña a Podemos y, por mucho que Susana Díaz dé la batalla, ¿ganará en Euskadi, Cataluña o Galicia con su mensaje político? Lo dudo. Aun así, Sánchez ha gestionado muy mal sus oportunidades, puesto que corrió mucho en negociar con Ciudadanos antes de abrir vías con otras fuerzas de izquierdas, ajenas a Podemos, que podían haber facilitado por lo menos una posibilidad de entendimiento. Aunque la formación morada no se lo puso fácil, eso es cierto.

Las declaraciones de Felipe González diciendo que Sánchez le prometió que se abstendrían en segunda vuelta, las protestas de los barones regionales, casi todos peleados con el que era Secretario General ( ¿lo sigue siendo ahora?), demuestran un  partido roto por la mitad. Pero los problemas del PSOE vienen de antes, de la época de los recortes de Zapatero y del 15M. Va cuesta abajo y sin frenos y Podemos le pisa los talones comiéndole cada vez más espacio. Pedro Sánchez no tiene toda la culpa de un partido que va a la deriva, que no está ilusionando y que tiene problemas para conectar con los que hasta no hace mucho eran sus votantes. La cuestión territorial, léase Cataluña y Euskadi, también está siendo una piedra en el zapato del PSOE, impidiendo que consiga alcanzar cuotas de poder que disfrutaba antaño.

¿Terminará el PSOE como la UCD? No creo, pero nunca se sabe.

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