Hay una serie de datos relacionados con Twitter que ponen
los pelos de punta. El primero, que el
15% de las cuentas son robots. Sí, muchos de los que aparecen tuiteando o emitiendo
mensajes a diestro y siniestro no son humanos. Quien hace la ley hace la trampa,
y Twitter es un buen caladero de promoción en el que cualquier estrategia es bien
recibida. ¿Sirve entonces esta red social como termómetro de la opinión general?
¿Un trending topic realmente refleja
lo que interesa en los medios sociales o está manipulado? Siempre pasa: los
medios de comunicación masivos, a veces, no son buenos canales para conocer lo
que piensa el personal; una cosa es la opinión pública y otra, la publicada.
Aunque Twitter es un canal bidireccional,
cuando veamos que una cuenta rara nos sigue, quizá debamos dudar. Entre los
grupos que persiguen una estrategia determinada y las maquinaciones robóticas,
la plaza pública que es Twitter empieza a flaquear por muchos frentes.
Por otro lado, Twitter ha suspendido en el último año más de 600.000 cuentas extremistas. Ya sabemos que la red de micoblogging también se ha convertido en un espacio para voces
radicales de todo pelaje y que, en cierta manera, podían campar con cierta
sensación de impunidad. Es necesario que se controlen estos problemas. Parte de
su seriedad como red social pasa por ser capaz de articular medidas
contundentes para que no se convierta en un foro de opiniones llenas de odio.
Pero entre los robots y los fanáticos queda cada vez menos espacio para construir
conversaciones constructivas y de calidad, y todo el genial potencial de Twitter
como canal de comunicación a tiempo real empieza a perder fuelle.
La modernidad líquida que brillantemente describió el
sociólogo Bauman se caracteriza por ser una sociedad en la que identidades,
amor, relaciones laborales… se mueven frenéticamente en una serie de comienzos
efímeros que son seguidos por continuos finales insípidos. Si veo que el hielo
es débil, patino más deprisa y las redes
sociales son un reflejo bastante real de lo que
digo: todo debe ser comentado,
fotografiado, indultado o alabado en tiempo real entre voces un poco histéricas
sin que tan ni siquiera nos dé tiempo para pensar.
Menos mal que, por lo menos, podemos tener un blog. Pero,
claro, todas estas palabras quedarán sepultadas en pocos minutos entre
toneladas de información. ¿Nos acordaremos mañana de este artículo? Y dentro de
algunos meses, ¿nos acordaremos de muchas noticias que parecen importantes hoy?
Como dijo Heráclito: todo fluye, nada permanece.
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