Los problemas de Facebook con la privacidad han llevado a Mark
Zuckerberg a plantearse el modelo de negocio de Facebook. Por lo menos, eso es lo que ha dejado caer. Y es que lo
que es gratis en Internet, en este caso una red social, se mantiene gracias a
nuestros datos. Si no queremos pagar, hemos de saber bien que la publicidad será
la norma y que nuestra privacidad no existe. Si todos lo aceptamos, bien.
Aunque hay algún ingenuo que se sorprende de que estas grandes compañías sepan
tanto de nosotros. Simplemente, le hemos abierto la puerta.
Actualmente, en mi
caso, he permitido incluso el reconocimiento facial. Quiero experimentar hasta qué
punto Facebook puede mejorar mi experiencia de usuario y ampliar el control que
tengo de mis datos más allá de mi simple muro. Pero sé que corro un riesgo, y
es ceder esa información, ese control, a una compañía que no sé muy bien que
hará en el presente o en el futuro. Me dejo alienar consciente de eso. No es
para consolarse, pero conozco los riesgos.
La cuestión es que
el Freemium, como se conoce a los servicios gratuitos ofrecido por algunas plataformas
de Internet, quizás está tocando techo, y es hora de plantearse si muchos
usuarios necesitamos dar un salto cualitativo.
Enrique Dans analiza bien, en su blog, estos modelos de negocio. Pero claro, cuando llegamos a
Facebook nos encontramos con un dilema. ¿Qué puede ofrecernos por pagar? Podrían
plantear que con una cuenta premium no
utilicen nuestros datos; no obstante, esa
actitud es casi como un chantaje. Además, la publicidad en Facebook no es tan
molesta, por lo que deberían de perjudicar mucho más la cuenta gratuita para
que te den ganas de irte.
La cuestión es que sí hay empresas en las que Facebook es un
actor importante. Como bien establece Dans.
“Pero ¿qué
ocurre con todos aquellos negocios que sí necesitan a Facebook para llegar a su
público, para proporcionar servicios de atención al cliente o para simplemente
mantener abierto un canal de comunicación? Esos servicios, a día de hoy, pagan
por hacer publicidad para mantener un alcance que una vez, hace tiempo,
obtenían gratis. ¿Podría diseñarse un modelo en el que Facebook cobrase
precisamente a ese tipo de usuarios que sí extraen una rentabilidad de
Facebook, que sí precisan unas analíticas o que se plantean que, sin Facebook,
les resultaría más difícil llegar a sus usuarios?”
Si tu cuenta de resultados puede resentirse si te vas
de Facebook, quizás si pagarías por quedarte. Pero entonces, el usuario normal
seguiría teniendo las mismas dudas sobre su privacidad, a no ser que gracias a los nuevos ingresos, el amigo Mark
Zuckerberg limitara el papel que
nuestros datos juegan en la compañía. Entonces, volvemos a la pescadilla que se
muerde la cola, ¿querrán estar las
empresas en una red que no les proporciona información detallada de su público
objetivo?
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