Es curioso todo lo que ha cambiado la política en esta
semana. Un día nos acostamos con Rajoy como presidente y otro, tras una moción
de censura exprés, nos levantamos con Pedro Sánchez líder de un nuevo gobierno.
Tras
la sentencia de Gürtel, todo apuntaba a un PP muy herido y a un Rajoy totalmente
amortizado. Excepto Ciudadanos, en una nube tras las elecciones catalanas y con
ganas de hacer realidad el apoyo de las encuestas, nadie quería elecciones
anticipadas, sobre todo un PNV que no deseaba quedarse como el único partido nacionalista
que apoyaba al PP. Por otro lado, que
Rajoy dimitiera sería reconocer que tiene problemas
y que los demás partidos tienen
razón sobre él y su relación con la corrupción y el amigo Bárcenas. Su relato,
que va a ser el apuntalado por su partido en la oposición,
es que ha sido desalojado el poder sin merecerlo por un grupo de amigos de terroristas
y separatistas. Por eso se encerró en un restaurante y no salió hasta la
noche, para no validar lo que para él es un espectáculo antidemocrático. Y es posible
que dentro de su partido no le perdonen que no dimitiera y que impida una
regeneración del PP tan necesaria en ese partido como urgente. Lo sabremos
pronto.
Pedro Sánchez, el renacido tras las cenizas y superviviente de
unas primarias contra Susana Díaz, es
presidente con el apoyo de 180 diputados. Rajoy lo era con 170 y, por cierto,
con la abstención de un PSOE miedoso de volver a entrar en un ciclo electoral.
Ni se van a poder realizar grandes gestas hoy –no entiendo la euforia de
muchos-, ni se va a hundir España como consecuencia del cambio de ciclo
político -cuando se pierde el poder se llora mucho-, simplemente porque la
correlación de fuerzas no da mucho margen para nada más que aprobar alguna ley
y convocar elecciones anticipadas (la legislatura, de por sí, es corta). Máxime
cuando se gobernará con el mismo presupuesto aprobado por el PP y otras fuerzas
parlamentarias –aunque el PP ya amenaza con boicotear su propio proyecto-.
La política es así, una lucha por el sillón sin cuartel.
Aunque hubiera elecciones mañana mismo, seguiríamos con la
incertidumbre. El problema no es votar y votar hasta que alguien saque mayoría
absoluta, sino que los españoles hemos votado dos veces y el parlamento que
existe, en este contexto, obliga a que los actores pacten y se pongan de
acuerdo. Difícil, pero necesario, a pesar de que muchas cabezas prefieran
embestir a pensar.
Otro elemento que no quisiera soslayar es el hecho de que Podemos, por ejemplo, haya
cambiado de idea sobre el apoyo a Sánchez. Este bandazo se debe, en mi opinión,
a que ha aprendido del error que cometió permitiendo
que se repitieran elecciones y que Rajoy sumara más apoyos. Si lo importante
era desalojar al PP de las instituciones y pactar luego ley por ley, este era
el momento.
La oposición del PP, a espera de más sentencias que quedan
sobre las corruptelas, será bronca. Debe competir con Ciudadanos en canalizar un
voto ideológicamente contrario al nuevo gobierno. Algunos investigadores
ya afirman que al Partido Popular le
espera el mismo futuro que a la UCD. No me atrevo a suponer tanto, pero su
regeneración es necesaria y es importante que el centro-derecha español renueve
sus liderazgos. Por otro lado, Albert
Rivera ha recibido un revés importante, porque esperaba aprovechar al
máximo el problema enquistado en Cataluña para conseguir votos en el resto de
España. Si el PP vuelve a convertirse en el voto útil o no, lo sabremos en los próximos
comicios.
Como os decía, dentro de la agenda que querrán mantener los conservadores
y sus grupos mediáticos afines se hablará principalmente de terroristas y
separatistas. Sí es cierto que es posible que el tema no se pueda alargar demasiado,
todo dependerá del devenir de los acontecimientos. La economía –a espera de las reacciones de bolsa y prima de riesgo y
partiendo de que las cifras macroeconómicas han mejorado con Rajoy-, las
pensiones, la calidad y creación de empleo (temas principales en este blog) y
otras materias como la Ley Mordaza, la desigualdad o la financiación autonómica
se quedan en el aire y ahí
es donde el nuevo gobierno se centrará en
su breve mandato. Sin olvidar, obviamente, que el tema catalán está encima de
la mesa. Tenemos que tener claro que los independentistas catalanes, tras el
155 y la cantidad de personas que están pasando por la cárcel, está deseando
llegar a algún acuerdo al estar en un callejón sin salida por su propia
unilateralidad ciega y el inmovilismo de Rajoy; si no, no se entiende el apoyo
a una moción de censura liderada por uno de los partidos del 155. También dudo
que Sánchez haga algo que ponga en peligro de nuevo su situación dentro del PSOE.
Un acuerdo mal visto fuera de Cataluña será el fin de los socialistas. Aunque
nunca se sabe, no podemos soslayar que Pedro Sánchez es
presidente con el peor resultado en número de escaños del PSOE en la democracia.
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