domingo, 12 de enero de 2020

Proyecto profesional como proyecto de vida


He tenido una serie de conversaciones últimamente, sobre todo en los últimos dos meses, sobre el perfil profesional y nuestro proyecto de vida.
Es curioso, porque hemos interiorizado que vivimos en una sociedad líquida, como dice Bauman, en la que nada dura nada y estamos siempre enfrentándonos a la incertidumbre y al caos. ¿Trabajo para toda la vida? Anticuado, es imposible. ¿Pareja para toda la vida? Vamos, hombre, no seas carca. Y así un largo número de relaciones sociales. No hablo de bienes de consumo, aunque las personas ya nos hemos convertido en eso.
Creemos que cuando somos muy jóvenes (menos de 30 años) todo llegará solo y que la libertad, confundida con precariedad, es buena porque no me ata a nada. Luego vemos que pasan los años y que hay que pagar facturas constantemente; llegan los gastos mensuales y no les dices a las empresas: "Me estoy reinventando, cobradme cuando genere ingresos que tengo muchas ideas”.

 Ante una sociedad líquida hay que construir diques de contención sociales, sí, pero también individuales.
Siempre he pensado, y lo sigo haciendo, que hay dos ámbitos en los que uno debe invertir todos los recursos que pueda. Uno es la formación y el otro, las relaciones sociales y los vínculos con personas que nos importen y nos interesen. Formación no solo como acumular títulos, esto ya se ha dicho muchas veces, sino como una mesa con las siguientes patas:

  • Idiomas.
  • Informática.
  • El ámbito profesional que me guste o interese (me da igual que seas camarero, ingeniero, teleoperador o filósofo).
  • Habilidades sociales (sí, también se pueden desarrollar).




Pondré como ejemplo mi propia mesa. En idiomas, sigo estudiando inglés, a pesar de que aprobé el B2 hace tiempo. Dos días por semana tengo clases por Internet, además de todos los recursos que la red nos proporciona. Un mínimo de media hora diaria no me la quita nadie. Mi torpeza con los idiomas hace que les tenga que echar más horas que otros, pero poco a poco avanzamos. Si al inglés le podemos sumar otro, dependiendo de tu ámbito de profesión, perfecto. Es posible que trabajes con inmigración y te interesen el francés o el árabe, eso ya es una decisión personal, pero el inglés, al ser la lengua franca de un mundo globalizado, es una asignatura obligatoria. Por cierto, de vez en cuando estudio algo de japonés, pero se ha convertido en una asignatura casi imposible.

En el ámbito de la informática no solo hablo de ofimática (procesador de texto y hoja de cálculo principalmente). Estamos en un mundo tecnológico. Un buen conocimiento de las redes sociales y sus principales usos también nos ayuda, así como el hecho de tener un blog. Yo he invertido mucho tiempo en este ámbito y, gracias a ello, estoy trabajando ahora. Aunque no tiene que ver con la ciencia política, siempre me ha interesado la parte social de la tecnología y creo que no me equivoqué cuando elegí este camino.

En relación a mi ámbito profesional puro y duro, me licencié en Políticas y Sociología, hice un máster por la UNED y ahora estoy con el doctorado. También trabajé como politólogo, pero, aunque a hora no lo haga, en esa carrera aprendí una forma de analizar la sociedad que me ha dado buenos frutos, sobre todo de cara a distintos trabajos que he tenido.

En relación a las habilidades sociales, he asistido a cursos sobre consejos para hablar en público, entre otros, que me han abierto la mente y me han proporcionado  interesantes herramientas.
La segunda área, la de las relaciones sociales, he aprendido a apreciarla con el paso de los años. Aquí me gusta utilizar la palabra círculo. Me refiero al el círculo de amigos, familia, compañeros de trabajo o gente cercana que, aunque no sean íntimos, sí podemos conversar con ellos. Estoy hablando también del networking, que no es otra cosa que nuestra capacidad para entrar en nuevos círculos, fortalecer los nuestros y no abandonar nunca esos que siempre nos han servido. Somos, en cierta forma, lo que nuestras redes de contactos son. Si nuestras redes sociales son buenas, nos irá mejor en la vida. Y no me refiero a Facebook e Instagram, que son interesantes para mantener cierto contacto o conocer gente interesante. El vínculo afectivo poderoso -en mi caso, por lo menos- exige verse, tomarse algo juntos y charlar. Aunque sea por videollamada.

Y lo más importante. Todo lo anterior no tiene sentido si no tienes un objetivo muy claro sobre qué camino debes seguir en lo profesional. 



3 comentarios:

  1. Al final, lamentablemente, el trabajo es el centro de nuestra vida.

    Saludos

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  2. El centro de tu vida eres tú. El trabajo es tan solo una forma de obtener dinero. Si te quedas sin trabajo, pierdes el sentido de tu vida? Creo que no

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  3. totalmente de acuerdo, Pepe y Redacción

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