Soy Héctor Jerez, Politólogo 2.0 y orientador laboral especializado en competencias digitales para el empleo.
jueves, 9 de febrero de 2012
CONTRATO FIJO
Con cifras astronómicas de desempleo se está convirtiendo en una odisea encontrar trabajo y, aún más, que ese trabajo esté sujeto a un contrato fijo. El dirigente italiano Monti declaró hace unos días que los jóvenes tienen que acostumbrarse a no tener un contrato fijo, que es más bonito cambiar.
Es cierto que el mercado de trabajo en Europa se ha transformado por completo. Cada vez más, las fronteras se han ido diluyendo para una mano de obra muy cualificada. Las empresas se reducen en número de empleados debido a la gran deslocalización de la industria hacia países con costes de mano de obra más baratos. Tener trabajos temporales se ha convertido en la única salida para afrontar los constantes cambios. Que ésta sea la situación real no quiere decir que sea la situación ideal. ¿Por qué?
• Primero, los contratos no son fijos, pero los gastos sí. Si uno compra una casa ligada a una hipoteca, sabe que estará pagando más de 30 años. Al quedarte desempleado es posible que, si tardas mucho en encontrar otro trabajo temporal, te quedes sin casa y con deuda. Si no compras y vives de alquiler, estás en la misma situación, puesto que también hay que pagar. Además de todo esto, hay que afrontar gastos de agua, luz y, no nos olvidemos, los derivados de comer todos los días.
• Mejor que no tener trabajo es tener lo que sea. Estoy de acuerdo, pero este “lo que sea” también refleja un nivel salarial muy bajo. El salario mínimo está en unos 641 euros. Es posible, incluso, que se trabaje por menos. Hagamos cuentas de lo que se puede pagar con esto.
Los contratos indefinidos remiten a favor de más precariedad laboral, no de grandes oportunidades circunscritas a objetivos concretos. Si la temporalidad estuviera bien pagada, seguramente se asumiría este rol, como si fueras una empresa que vende cliente a cliente. La realidad puede ser bien distinta.
Adaptarnos a un mercado laboral cada vez más flexible exige esfuerzos titánicos de movilidad, formación permanente y, por qué no, estoicismo. Ante la seguridad de un trabajo fijo -que es verdad que puede ser aburrido, pero que nos asegura poder pagar las facturas al mes siguiente- estamos todos avocados a la incertidumbre de no saber dónde, cómo y en qué trabajaremos al finalizar un contrato.
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