sábado, 30 de junio de 2012

Izquierda Unida y el Dilema del Prisionero.

El pacto de gobierno PSOE e IU en Andalucía abría una puerta hacia cierta “esperanza” de que se podían hacer las cosas de otra manera, o sea, no recortando. A pesar de que el gobierno de Zapatero inauguró la política de recortes, la influencia de la coalición de izquierdas podía hacer girar quizás la tendencia, sobre todo  al contar  con el  aumento de los votos de IU y la caída del apoyo al PSOE, lo que elevaba aún más aquellas voces que pretendían hacer de la coalición liderada por Cayo Lara la SYRIZA española. Ahora, tras el decreto de recortes aprobado por la Junta, en el que se rebajan los sueldos de los empleados públicos entre otras cosas, se plantea un panorama totalmente desolador.

Izquierda Unida, tras las elecciones andaluzas, se enfrentaba al conocido dilema del prisionero. Si no pactaba, malo; y si pactaba, podía ser peor. El no pactar abría la puerta al PP, pero pactar podía escenificar lo que se conoce como “el abrazo del oso”, que se traduce en: o bien  el PSOE terminaría engullendo a IU, absorbiendo un  voto que  con el pacto se podría diluir entre ambas formaciones o, por el contrario,  IU  terminaría perdiendo un número considerable de voto críticos con el PSOE y con una ideología más izquierdista. Por ahora,  para algunos como, por ejemplo, el parlamentario de IU y alcalde de Marinaleda, Sánchez Gordillo, el pacto ha sido lo peor que se podía hacer.


La cuestión fundamental es que cuando uno reivindica en la calle, es posible que al llegar a las instituciones se encuentre con otra cosa. Por eso, es bueno siempre estar en la calle con la gente, pero saber gestionar en las instituciones la confianza depositada. Se supone que al realizar un programa electoral (un programa, para mí, es un elemento  crucial en política) se cuenta con expertos que pueden realizar un análisis muy realista de la situación en la que vivimos, y me consta que el programa de IU contenía medidas muy acertadas y estudiadas. Pero, quizás, faltó o falta un análisis detallado de ese lago inmenso y profundo que es la administración de la Junta de Andalucía. ¿Cuántas empresas, fundaciones, agencias, consorcios, cargos políticos, directores, gerentes… tiene a su cargo la Junta?, ¿no se puede reformar esa estructura reduciendo los cargos directivos?, ¿qué servicios prestan exactamente? La animadversión  por parte de los funcionarios hacia los llamados externos es cada vez mayor, y ésa es una situación que hay que arreglar urgentemente, sobre todo cuando, según todas las estimaciones y tal como estamos viendo, se van a ver en la calle más de 2000 técnicos dedicados a las políticas activas de empleo, entre orientadores, Agentes Locales de Promoción de Empleo y promotores de empleo (eso sin hablar de la cantidad de interinos que no van a ser contratados, debido al aumento de la jornada lectiva de los profesores). ¿Puede Andalucía, con un 30% de paro, prescindir de estos profesionales? ¿No se bajaban los sueldos para garantizar el empleo? La Junta de Andalucía culpa al gobierno central, el gobierno a la Junta, todos a la Unión Europea y, una vez más, el ciudadano se desapega de la política porque ve que todo sigue igual y que el poder termina por darle la espalda.


IU todavía puede y debe hacer mucho en la administración andaluza, para eso cuenta con un capital de votos importante y con una proyección de aumento y, sobre todo,  con la vista puesta de muchísima gente del ámbito progresista. El margen de maniobra es escaso, sobre todo en una economía tan globalizada. Una vez más, ante el dilema del prisionero, el fracaso de IU puede llevar a que el voto contestatario se diluya, apareciendo formas populistas de extrema derecha que, con un mensaje antipolítico y antistablishment, pueda encandilar a las clases populares hacia un contexto todavía peor. En Francia, el Frente Nacional tiene más apoyo de la clase obrera que el Frente de Izquierdas. ¿Puede recrearse una situación similar en España?

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