domingo, 25 de noviembre de 2012

Menos para carreteras y más para empleo

 
Artículo publicado en Noticias de Almería.

Menos para carreteras y más para empleo, así de drásticos han sido desde la Comisión Europea cuando, tras cansarse de hablar del manido déficit, han decidido comentar algo, así por encima, sobre nuestra grotesca tasa de paro. La prensa del 19 de noviembre de 2012 se hizo eco de las declaraciones que provienen de Bruselas, en las que se pide una mejor optimización de las ayudas europeas para combatir el desempleo.

No hace falta que lo diga Bruselas, sólo hay que ver la tasa de desempleo del 25% en España y la del 30% en Andalucía -sin obviar el paro juvenil, que se sitúa en la estratosférica cifra de más del 50%- para que nos dé un ataque. Además, el Instituto Nacional de Estadística estima que el 25% de los jóvenes menores de 25 años está bajo el umbral de la pobreza. Con todas estas cifras, parece lógico que se pidan medidas de urgencia para luchar contra esta lacra. Pero viniendo de la Comisión Europea, un organismo formado por un representante de cada uno de los 27 estados miembros de la Unión y que, al igual que otros organismos, suele pedir que se lleven a cabo políticas a veces contradictorias, sería mejor analizar qué dicen exactamente en su informe para sacar conclusiones.

La Comisión Europea estima que se ha invertido mucho dinero en infraestructuras, algunas muy útiles y otras “discutibles”, y que es hora de invertir en PYMES y personas. Pero está claro que con la atmósfera recortista que abruma a los países periféricos, tener dinero para invertir en personas no se ve como una prioridad. ¿Suplirán los fondos europeos este déficit? Parece complicado, sobre todo si atendemos a la problemática que tenemos en el mercado laboral, analizado por Europa, que abarcaría desde las dificultades para una activa movilidad geográfica hasta el reto formativo de la población joven. Todas las áreas que configuran este mercado obligan, por su complejidad, a tomar medidas transversales y de calado, más allá de una mera y mínima inversión en las políticas de empleo de toda la vida. Cuando se dice que no hemos hecho los deberes sólo se habla del déficit, pero poco se habla de las políticas de empleo.

La cuestión de la formación tiene una atención especial dado el elevado índice de abandono escolar que tenemos en España y la poca (o relativamente poca) popularidad que tradicionalmente ha tenido la formación profesional (tendencia que lleva tiempo cambiando, pero que se ve todavía insuficiente). Dejar de estudiar para ir a la obra a ganarse un buen sueldo hace tiempo que se terminó, y toda esa población que abandonó los estudios, incluso los que todavía piensan que llegarán los tiempos del ladrillo, son una población vulnerable y carne de cañón del desempleo. La cuestión será en saber primero qué modelo productivo tendrá España en los próximos años, cosa que todavía no conocemos y que es crucial para planificar la formación profesional para el empleo que necesitamos.

Pero, como comentaba, todo lo que venga de Bruselas viene teñido de contradicciones que, muchas veces, nuestros gobiernos no han sabido o no han querido explicarnos muy bien, quizá porque ellos mismos ni se aclaran. Según otras noticias publicadas, en el nuevo diseño de presupuesto de la Unión Europea, España pierde 20.000 millones de euros hasta 2020 en ayudas, fundamentalmente partidas relacionadas con el sector agrícola y los fondos de cohesión. Vaya, parece que con esto no contábamos. El asunto es que la Unión Europea de los 27 tiene países más pobres, por ahora, que España y, como nosotros en su tiempo, ellos también quieren sus fondos. ¿Estamos preparados para este nuevo recorte? ¿Es España un país capaz de dinamizar su economía y su empleo sin la lluvia de euros de la Unión? Se supone que no deberíamos necesitar más ayudas ya pero, claro, se supone.

En cuanto a la “competitividad” de las pymes se refiere, la Comisión lo arregla todo con la internacionalización. Pero aquí entramos dentro de otra contradicción: para competir, usando las mismas palabras del órgano europeo, hay que aumentar el “valor añadido” de los productos, cosa que me parece muy bien, pero, para ello, hay que aumentar las partidas presupuestarias en I+D+i, tanto públicas como empresariales. Ergo si estamos obligados a recortar estas partidas y nos centramos sólo en abaratar costes laborales para vender más barato, no entiendo bien cómo conseguir ese “valor añadido” que se cita. Entramos en un bucle de difícil solución, más aún cuando el tejido empresarial español es predominantemente PYME. Doy un dato: en nuestro país cerca del 92% de las empresas tienen menos de 10 trabajadores, lo que supone un tejido empresarial muy dependiente del mercado interno al que se le quiere dar, como única salida a la crisis, el camino de la exportación de sus productos. Una estrategia sumamente arriesgada para un país como España.

Héctor Jerez, Politólogo y consultor laboral

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