Publicado en Noticias de Almería.
Parece que si el 2012 ha sido nefasto para el empleo, el 2013 no plantea un panorama más halagüeño. La encuesta de población activa roza los 6 millones de desempleados y nuestra economía no tiene intención de iniciar el crecimiento. Además, es obvio que estamos al inicio de una nueva etapa en la que el sistema productivo de los países desarrollados depende cada vez más de lo que se conoce como la economía del conocimiento (todo esto al margen de la crisis). En este ámbito y en otros parece ser que, como dice el economista Santiago Niño Becerra, cada vez hace falta menos gente para crear una unidad de PIB. La robotización y las nuevas tecnologías aumentan la productividad, pero vemos cómo las máquinas sustituyen a las personas; y esas personas que buscan empleo y que antes lo encontraban en la construcción o en otros sectores, ya no lo encuentran en el modelo actual, profundamente desindustrializado debido a la deslocalización y con un sector servicios debilitado por la caída de la demanda interna. La sociedad, la política y la economía, o sea, el sistema en su conjunto, está en una profunda depresión.
Parece que si el 2012 ha sido nefasto para el empleo, el 2013 no plantea un panorama más halagüeño. La encuesta de población activa roza los 6 millones de desempleados y nuestra economía no tiene intención de iniciar el crecimiento. Además, es obvio que estamos al inicio de una nueva etapa en la que el sistema productivo de los países desarrollados depende cada vez más de lo que se conoce como la economía del conocimiento (todo esto al margen de la crisis). En este ámbito y en otros parece ser que, como dice el economista Santiago Niño Becerra, cada vez hace falta menos gente para crear una unidad de PIB. La robotización y las nuevas tecnologías aumentan la productividad, pero vemos cómo las máquinas sustituyen a las personas; y esas personas que buscan empleo y que antes lo encontraban en la construcción o en otros sectores, ya no lo encuentran en el modelo actual, profundamente desindustrializado debido a la deslocalización y con un sector servicios debilitado por la caída de la demanda interna. La sociedad, la política y la economía, o sea, el sistema en su conjunto, está en una profunda depresión.
Sin
ánimo de parecer un seguidor del Ludismo -aquel movimiento cuyos activistas se
dedicaban a destruir la maquinaria que les quitaba el trabajo allá por la Inglaterra
siglo XIX-, este cambio de paradigma en
la economía productiva necesita ser afrontado con capacidad crítica. Según
muchos estudios, la mayoría de los puestos de trabajo que se demandarán en el
futuro no están inventados ahora mismo. Con esto lo digo todo. Si antes, cuando eras
niño, decías qué es lo que querías ser de mayor, al día de hoy una buena
respuesta sería: “No se ha inventado todavía”. Es difícil idear así un sistema
formativo que piden que se oriente al mercado o implementar una orientación
laboral del todo eficiente inmersos en esta realidad.
Hace
unos días, leía en el periódico de información económica Expansión un artículo que hablaba sobre el mercado laboral que nos
esperará en 2013. Dentro de los empleos que posiblemente se demandarán más,
comentaba el artículo, estaban los relacionados con las nuevas tecnologías,
entre los que se destacaba uno que se ha hecho muy popular en la actualidad: el
de Community Manager. Una actividad tan común ahora como dinamizar y gestionar
las redes sociales, no se conocía hace
unos años. Administrar tales redes o
saber posicionar bien las páginas web en los buscadores -lo que se conoce como
SEO (Search Engine Optimization-, son necesidades que se encuentran las
empresas en la era de Internet; lo mismo que la tecnología de los teléfonos
móviles o los distintos dispositivos que utilizamos en la vida diaria para
conectarnos a la red. Pero es evidente
que estas profesiones no requieren colocar a seis millones de desempleados,
sino muchísimos menos. Y es aquí donde encontramos el gran desafío al que nos vemos abocados: se
crea muy poco empleo y éste es muy especializado.
Lo que
podemos interpretar de las nuevas tendencias del mercado laboral, sin entrar en
los recortes y en las políticas económicas que ya he analizado en otros
artículos, es que todo ha cambiado muy deprisa y, lo que es más importante,
sigue cambiando a un ritmo acelerado. La formación y la innovación siempre han
sido la receta para poder disminuir las incertidumbres de este mundo cambiante,
aunque muchas veces no sé si es suficiente.
Otro
aspecto que parece que se ha establecido cual dogma es la temporalidad en el
empleo. Ya sí es del todo verdad el típico dicho que escuchaba yo a los abuelos y que rezaba así: “Hijo, lo
único seguro que hay en la vida es morirse”. Es cierto, porque en relación a la estabilidad laboral,
parece ser que no. A más temporalidad surgen también más analistas y
profesionales que establecen que una buena manera de afrontar el desarrollo
profesional de cada uno es el autoempleo. Lo relacionado con el emprendizaje y
el autoempleo es, a mi entender, un
sector que puede mover algo de empleo el año que viene, sin olvidar, claro
está, todo lo que tenga que ver con la
internacionalización de la empresa. De
nuevo, nos encontramos con empleos altamente cualificados y más bien escasos.
El
artículo de Expansión también recoge
la importancia de empleos relacionados con el mundo de la tecnología verde. Estos están relacionados con reciclaje, las energías renovables, etc., que parece que,
debido a la escasez de los recursos existentes, se van a convertir en una
necesidad más. Por lo tanto, encontramos dos necesidades acuciantes del mundo
actual: la escasez de recursos y el exceso de información en la red. Si me
permiten atreverme a pronosticar nuevos yacimientos de empleo, estos pivotarán
en saber gestionar tal exceso por un lado, y tal escasez, por otro. Pero sólo estoy
aventurando un pronóstico.
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