Ya en mi época universitaria, hace unos cuantos años,
existían cada vez más quejas sobre la falta de prácticas profesionales en el
ámbito de la universidad. Se ve que la
tendencia sigue igual, y es que las dificultades que encuentran los
universitarios en el mercado laboral debe hacernos reflexionar sobre qué tipo
de formación se adquiere a lo largo de los años de estudio.
Se acaba de publicar una investigación de la FundaciónEuropea Sociedad y Educación en colaboración con la Red Universia. Ésta nos muestra que los alumnos,
mayoritariamente, consideran que el contenido práctico es insuficiente. Si la
parte práctica supone un 29% de la formación global, los estudiantes consideran
que debe ser un 57%. Mientras tanto, los docentes no se quedan atrás en esta
percepción: estiman oportuno elevar la formación práctica al 51% del total.
Es evidente la preocupación del alumnado para que la formación que reciben en la Universidad sirva para insertarse en un mercado laboral cada vez más complicado. La teoría está muy bien, pero si se puede combinar con el “saber hacer” pues mejor que mejor.
Es evidente la preocupación del alumnado para que la formación que reciben en la Universidad sirva para insertarse en un mercado laboral cada vez más complicado. La teoría está muy bien, pero si se puede combinar con el “saber hacer” pues mejor que mejor.
Ante la discusión permanente de si la universidad tiene que
formar ciudadanos o empleados, yo voy más allá y considero que está superada.
¿Por qué no ambas? ¿Acaso está reñida una formación intelectual sólida con la
posibilidad de saber aplicar conocimientos a la vida diaria profesional? Al fin
y al cabo, la producción es la base de la sociedad, y en la actualidad, con el
progreso sin paliativos del conocimiento, es necesario tener una visión cada
vez más práctica de las cosas. ¿Qué es más importante, memorizar o comprender?
Analizar los datos es el futuro, porque desde un simple móvil puedo acceder a
una cantidad de información tan descomunal que es absurdo intentar memorizarlo
todo.
Creo además que esto tampoco es cuestión de ser de letras o
de ciencias. Las prácticas son transversales. Es cierto que las empresas demandan fundamentalmente gente
con carreras técnicas, pero los que somos de letras – en mi caso ciencias
sociales- al terminar la carrera nos hemos dado cuenta de que nos faltaba, sin
lugar a dudas, amplios conocimientos prácticos que abarcan desde el dominio de herramientas
tecnológicas hasta asuntos más específicos de toda índole. No me sirve que me digan
desde la universidad que aquellos conocimientos fundamentales – idiomas, herramientas
tecnológicas, etc.- para trabajar debo buscarlas fuera de su ámbito. ¿5 años estudiando una carrera para eso? Tiene que
existir un punto intermedio.
Hay que terminar con la dicotomía que divide la formación
profesional y la universitaria. Todas son importantes, pero ni la primera tiene
que olvidar inculcar cierta “visión
global” de la realidad, ni la segunda puede vivir totalmente ajena a la vida
cotidiana.
Me gustaría conocer vuestra opinión, ¿falta formación
práctica en la universidad’
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